UN NUEVO EMIGRANTE: EL VENEZOLANO

Autor: Guillermo Mesa Girardi

Parece mentira que yo, Venezuela, que siempre he recibido a la gente del mundo, cuando en su patria chica las circunstancias políticas, sociales y de otra naturaleza les han apremiado a buscar nuevos y esperanzadores mundos, en donde hubiera oportunidades de auto superación, de trabajo y de estudio para su descendencia, en la segunda década del siglo XXI me haya abandonado una porción importante de mis hijos, hijos de indios, hijos de negros, hijos de españoles e hijos de tantos países, que llegaron a mí clamando por justicia, libertad, tranquilidad y esperanza.

En el siglo XIX Venezuela tiene dos experiencias importantes de inmigración:

En primer lugar, en el año de 1840, gobernaba el General José Antonio Páez, quien fuera el primer presidente de la República de Venezuela, surgió la necesidad de traer al país inmigrantes europeos que ayudaran al desarrollo de la agricultura y la minería. Por sugerencia de Alexander von Humboldt y la intermediación del militar y geógrafo italiano Agustín Codazzi, como representante del gobierno venezolano, se acordó la incorporación de un grupo de pobladores del Ducado de Baden (antes Ducado y después incorporado a Alemania). De esta forma se fundó en 1843 la población de la Colonia Tovar, con los colonos traídos del Baden. Eran 389 personas, 239 hombres y 150 mujeres. Desde 1989 la Colonia Tovar es la capital del municipio Tovar, y es considerado el municipio más rico del país, de acuerdo al ingreso per cápita y a su excelente calidad de vida, además de su clima templado que obliga a sus visitantes a vestir con abrigo que los proteja del suave frío. Sus ingresos provienen de la amplia variedad de productos agrícolas y la gran afluencia de turistas.

La segunda gran experiencia de inmigración del siglo XIX fue en 1874. Gobernaba un militar, el general Antonio Guzmán Blanco, el ilustre americano. Ese año Guzmán autorizó la inmigración de un numeroso grupo de italianos, provenientes de la provincia italiana de Belluno, la más septentrional del Véneto. Fueron 48 familias italianas, que constituirían la Colonia Bolívar, según Decreto Presidencial, fundándose más tarde el pueblo de Araira, en el estado Miranda, a unos 60 kilómetros de la capital del país.

Fue un gran acierto, en donde ganamos todos. Ellos se organizaron y fundaron un pueblo. Se integraron a nuestra realidad. En un principio se dedicaron a actividades agrícolas, pero poco a poco desarrollaron otras actividades importantes, en las cuales los venezolanos no tenían experiencia, tales como metalurgia, construcción, el comercio, y otras que ayudaron a mejorar la calidad de vida de la población. Más tarde, y por la cercanía a la Capital, estos inmigrantes italianos se fueron integrando a la gran ciudad, se hicieron venezolanos y su descendencia quedó arraigada e identificada con el país.

En el siglo XX tenemos en 1939 la llegada al país de dos barcos procedentes de Alemania con 251 judíos que huían de su patria y del nazismo. Los barcos Caribia y Königstein trataron de desembarcar sin éxito en Trinidad, Barbados, Curazao y Guayana Inglesa, y en estos países no les fue permitido el desembarco, lo que los llevó a las costas de Venezuela. Uno de ellos llegó al puerto de La Guaira y el otro a Puerto Cabello. Nos gobernaba el general Eleazar López Contreras, dándole la bienvenida a estos dos grupos de judíos, quienes se incorporarían a la realidad venezolana, aportado grandes beneficios, especialmente como comunidad comprometida con el trabajo, con el estudio y con la excelencia.

Después de la guerra civil española una gran cantidad de españoles escogieron a Venezuela como su nueva patria. Aquí fueron aceptados y se les brindaron muchas oportunidades de trabajo, especialmente en la agricultura. Esta inmigración de españoles, con gran porcentaje de gallegos y canarios, se preocupó mucho por la educación de sus hijos, y la mayoría de ellos estudiaron en colegios religiosos, casi todos dirigidos por educadores españoles.

Después de la Segunda Guerra Mundial y durante el gobierno del General Marco Pérez Giménez el país acogió a una cantidad importante de europeos; se estima que fue una cifra cercana a los 900 mil inmigrantes, provenientes principalmente de Italia, España y Portugal. Estos inmigrantes se dedicaron en un principio a la agricultura y a diversas artes y oficios, y en especial a la construcción y al comercio, debido al auge económico del país gracias a la gran producción petrolera, habiéndose convertido Venezuela en el primer país exportador de petróleo del mundo en los años 50 del siglo XX. Venezuela con 7 millones de habitantes, tenía casi un millón de inmigrantes europeos, equivalente a casi el 15% de la población total.

En los 60 y 70, hubo una importante inmigración latinoamericana, primero de Colombia, cuyos nacionales huían de la pobreza y del conflicto armado, y más tarde del Cono Sur (chilenos, argentinos y uruguayos). También recibimos una importante inmigración de Perú y Ecuador. Todos estos países sudamericanos estaban afectados por dictaduras, conflictos sociales y dificultades económicas. Venezuela, en ese momento era el país latinoamericano de mayor crecimiento económico, con una baja inflación y un alto ingreso per cápita, con muy bajo desempleo y oportunidades de inversión.

Hasta finales del siglo XX la influencia del inmigrante fue definitiva en la consolidación de la democracia y de las instituciones. En su mayor parte se incorporaron a la sociedad y se produjo una importante descendencia y formación de profesionales, quienes siempre fueron tratados como compatriotas, independientemente de su lugar de origen.

Todo este maravilloso país sufrió un gran impacto en el siglo XXI con la llegada al poder del teniente coronel Hugo Chávez, y su sucesor Nicolás Maduro, quienes echaron por tierra los múltiples logros de la democracia y que motivaron que el venezolano (se calcula que algo más del 15% de los venezolanos han emigrado en la segunda década del nuevo siglo) buscara nuevas oportunidades laborales, nuevos horizontes en otras tierras y en especial en búsqueda de la libertad pérdida en su país de origen, Venezuela.