Lo veo allí, un pajarito con las mejillas coloradas que nos acompaña en el encierro. Cuando eramos libres y me lo topaba donde mi abuela, solo veía lo feliz que ella era con esa criatura, ignorando el insignificante tamaño de su jaula, sus desesperados intentos por extender sus alas y salir de su prisión. Ay Rorry… solo deseo que cuando el final de la crisis llegue puedas volar, volar muy alto como creo que lo están haciendo tus semejantes. Divisando paisajes verdes e inmensos como lo son tus ganas de salir de allí, tu pequeño lugar.

Ahora que las calles están vacías y la naturaleza nos invade con su autoridad. Ahora que el encierro nos forjó a ver nuestra verdadera humanidad, nos damos cuenta que el verdadero virus somos nosotros.

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