Tuve que migrar, tuve que abandonar el suelo que me vio nacer, el ambiente que albergó a mis sueños, a mis ilusiones, a mis anhelos, mis pesares, pero por qué? Que hice mal para merecer este penar. Quién me espera en otra parte de la tierra? Quién me espera, y qué me espera? Cómo voy a viajar? No hay acceso al transporte, no hay dinero. No me iré sin mi esposa, no me iré sin mis hijos. Primero es estar junto a ellos, en la forma en que la vida me lo indique. ¿Qué llevaré que pueda cargar? Llevaré el triciclo de Frankie, el carrito de madera de Leonel, la muñeca de trapo de mi hija de 11 años. ¿Por qué los juguetes? porque ellos están lejos de saber como se ha conducido y se conduce el hombre para que el poder sea siempre suyo. No me gusta hablar con matices políticos. No es mi estilo. Aunque mi vida entera la he dedicado a comprender las actuaciones de los que de ella hacen su historia. Adquiriendo poder para ponerla al servicio de otras clases de poder como lo es el poder económico. Es una tristeza comprender al hombre que algún día se movió en las telarañas del poder político, se forjó y luego empieza a querer sostener aquello pensando en que lo puede perder. Primero el impostor empieza corrompiendo a los débiles encargados de naciones los que con gusto que se ponen a su servicio. Después, lo que no pudo obtener por la buena lo hace corrompiendo por medio del dinero, primero lo inspira, después lo seduce, y éste empieza hacer lo que el seductor le ordena. Así fue la guerra sucia. Envenenaron las mentes de los que tenía en poder en las Américas. Los soldados, las policías, las guardias. Se volvieron irreconocibles matando en ocasiones a sus propias familia. Con la mente enervada por rectores imbéciles que consideraron que era la forma para apoderarse de lo que no era suyo pero que de alguna manera. Podían perder. Lo que eran sus marcas de productos, sus instalaciones en las naciones de la américa. Entonces había que matar para que el poder no se perdiera. En la vida común había amigos de toda la vida que envenenados por los esbirros al mando de matones que hablaban inglés, mataban a quien les había dado la mano y los había sacado de problemas duros. Emigrar para buscar nuevos horizontes es valido para jovenzuelos de 16 a 30 años, que no tienen hijos y de alguna manera tienen que volar y se les ocurre volar hasta fronteras desconocidas. Emigrar por mejorar, teniendo las oportunidades de hacer mejores cosas, que bien, que maravilla. Pero? Emigrar porque que alguien se hizo mi enemigo, solamente porque busqué que su mente cambiara. Al gobernante, jamás le importó el trabajador, no le importó endeudar con el mismo que lo tenía envenenado todo lo que pudo, se quedó sin razón para decir no y mucho menos para reclamar. ¿Entonces se hizo igual al envenenador? Fijó su vista en los bienes que podía adquirir en la misma forma y abandonó cualquier idea de ver por los que gobernada. Quizá no lo hubiera comprendido en aquellos años de la educación primaria. Porque lo que necesitaba era ganar para la compra de zapatos y uniformes para la escuela, lo demás no era de mi incumbencia. Pero si hubiera reclamado en aquellos ayeres algo, no hubiera tenido la oportunidad de vivir. Me habrían mandado a la cárcel y no por reclamos de ganancias. Sino por algún crimen prefabricado. Para que la ley se aplicara conforme.
Todo lo anterior lo voy recordando conforme voy escribiendo. Fui parte del andamiaje de trabajadores jornaleros cortadores de café. Igual que mi madre una campesina de las alturas cafeteras de Centro América. Cual era la alegría mía y de mis compañeros de escuela. Ir a los cortes de café en noviembre, diciembre y parte de enero. Si, hubiéramos sabido que el precio del café que cortábamos, subía en la bolsa de valores de Nueva York.
¿Pero por qué me tengo que ir? ¿No habrá otro camino? ¿Es el único destino? Estoy marcado por ser el revolucionario que busca un poco de equidad dentro de la decencia. Para los que por la razón que sea, no tienen ni tendrán acceso a los comunes avances de la modernidad. Dejaré mi tierra, después de entregar lo que pude a la forma viable de cambiar el estado de las cosas que se hicieron norma. Como lo es. Utilizar el arma del dinero para adquirir a patadas. Con golpes y balas, todo lo que se les antoja, sabiendo que no habrá ley que los castigue. Teniendo ejércitos, presidentes, a los que ejecutan las leyes y a sus vasallos a su entera voluntad. Es por eso que me toca partir no se a que suelo. ¿Temor, claro que tengo miedo? Advertido de que tengo que pasar aduanas y más aduanas sin saber que le puede suceder a mi querida familia. Ya pasé la primera aduana, ya pude respirar con mejor aliento, la satisfacción que se siente estar con menor peligro. Ya pasé la segunda aduana, ¡que alivio! Haré lo que sea para conseguir la comida y la dormida, pero lo primero tuvo que ser primero, que mi familia no fuera a morir en manos de sanguinarios sin saber el porqué.
Que alegría ver el sentimiento de vacaciones de mis hijos. Los saqué de la escuela a medio ciclo escolar. Que alegría de ver a una madre atendiendo a sus hijos en un hotel sin estrellas, pero sabiendo que para el peligro de tal magnitud había tierra de por medio.
Así empieza la vida, empiezan a pasar los días, las navidades, los años nuevos, buscando el avance en conocimientos y al mismo tiempo el de llevar el pago de una vivienda y lo necesario para comer. Tejiendo una nueva historia con despertares diferentes, pero con la unión de los que siempre van a ser míos, aunque a ellos se les antoje lo contrario con el tiempo.
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