Historia de un desplazado

Historia de un desplazado

LeonArt RV

16/04/2020

Eran casi las 7 de la noche, preparábamos junto con mi cuñado, un compañero y yo, todos miembros  de la organización de derechos humanos rostros urbanos, una presentación en power point para ir al hip hop al parque en Bogotá Colombia, cuando la felicidad de ese momento fue interrumpida por 8 actores armados de un grupo paramilitar de la zona, quienes sin mediar palabras entraron a nuestra casa amenazando con llevarse a mi cuñado.

Poseídos por le miedo nos pusimos de pie y en breve mi hermana, mis tres sobrinas y mi papa estaban en la sala, todos muertos del miedo mientras los actores del grupo ilegal amenazaban con llevarse a Jhon Jairo, mi cuñado y compañero de organización, el miedo, el descontrol se tomaron nuestra casa, las niñas gritaban desesperada ante el temor que se llevaran a su padre, al igual que mi hermana, mi otro compañero invadido por le miedo logro salir de casa mientras yo estaba allí al frente tratando de impedir que se llevaran a mi cuñado, pero fue imposible después de gritos, de golpes contra nosotros, de no tener piedad con las niñas que suplicaban no se llevaran a su padre, los actores armados terminaron por sacar a mi cuñado de casa y amenazarnos con volver, en medio del miedo solo pensé en subir con mi hermana y las niñas la loma de donde vivíamos, en la loma logramos conseguir un taxi en el que ellas salieron hacia un lugar seguro.

Ante esta situación intente volver a casa para ver a papa, quien no había podido salir pues su trombosis de hace algunos años le impedía caminar con la facilidad con que los demás lo hacíamos, pues el tenia la parte izquierda de su cuerpo casi muerta, su mano izquierda y su pie izquierdo no se movían como se quería, intentado llegar a casa pude ver como se dirigían hacia mi 2 de los actores armados que se habían llevado a mi cuñado, no tuve mas que salir corriendo sin camisa, sin zapatos, para quedarme afuera de un centro de policía, al cual no entre porque conocía de la relación entre estos policías y el jefe de esa banda, estando afuera y en medio de mis llamadas desesperadas un amigo me recogió para llevarme a la oficina donde trabajaba, allí me quede en las escaleras mientras las lagrimas no paraban, pasaron 20 minutos cuando a mi celular entro una llamada que se convirtió en la noticias mas difícil, mi cuñado había sido asesinado.

Salí de ese lugar con precaución hasta la clínica donde alcanzaron a llevar a mi cuñado, pero allí estábamos con mi hermana y algunos amigos llorando por esa dura noticia,  no pudimos volver a la casa, solo pudimos irnos a casa de unos amigos para pasar la noche, noche que no tuvo fin porque los recuerdos de ese momento no nos permitían dormir.

Al día siguiente familiares y amigos nos dispusimos a participar del velorio, con papa a salvo ya que pudimos por medio de las autoridades lograr que lo rescataran, ademas gracias a mi compañero quien en el momento de la situación logro salir antes de que se llevaran a mi cuñado, quien al salir llamo a las autoridades. 

Después de toda una noche de velorio, mi familia y yo nos preparamos para vivir nuestro tercer desplazamiento, producto de nuestra actividad de defensa de los derechos humanos. Cuando llego ese nuevo día participamos del sepelio de mi cuñado y por múltiples amenazas tuvimos que salir de la ciudad a una ciudad un tanto desconocida aunque cercana, a tan solo 3 horas en carro, en el camino, la tristeza, el llanto y la melancolía se adueñaron de nosotros.

Ya en una nueva ciudad, nos atendió el estado para alojarnos en el que seria nuestro nuevo hogar, una casa de paso, donde juntos con mi familia deberíamos vivir en adelante, una casa con casi 50 familias desplazadas de distintos lugares, allí con culturas diferentes, en medio del dolor y la tristeza tuvimos que empezar a construir otra historia, tratar de hacernos a otra forma de vida, pero jamas pudimos borrar ese momento, pero si decidimos aferrarnos al amor, al perdón, porque no queríamos cargar con el peso de llevar tanto dolor en nuestros corazones, ahora caminamos livianos de equipaje y sin poder volver al barrio donde siempre vivimos, aunque hoy seguimos en la ciudad nuestra, defendiendo los derechos humanos y andando donde voy con un esquema de seguridad del estado para mantenerme a salvo, mientras defendemos los derechos humanos, principalmente el derecho a la vida en un mar de muertes. 

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