Mejor perder esta primavera

Mejor perder esta primavera

Si difícil fue poner en marcha las medidas de confinamiento, mucho más lo va a ser organizar la vuelta a la normalidad, porque el confinamiento no se hizo para acabar con el virus, sino para ralentizar su propagación y hay muchas dudas sobre qué puede pasar cuando se acaben. Nuestra mayor esperanza está en el propio virus. En que se acostumbre a nosotros, no nosotros a él.

Por ejemplo. Mi virus y yo hemos ido hoy al mercado. Después de doce días de sólo verla desde las ventanas, la calle seguía igual. Perros y dueños, algunos pájaros, las cintas que nos indican que el parque es un lugar muy peligroso y una enorme variedad de mascarillas que deambulan sin saber cuál es su función. ¿A quién protegen? ¿De quién nos libran? Lo mejor de todo es que la primavera ya ha venido. Se nota en los geranios de los vecinos que se van a caer de los balcones de tantas flores que lucen. Se palpa en los brotes de los árboles, que ya se asoman con desparpajo. En pocos días lucirá en su máximo esplendor. Y nosotros, en casa. Mejor perder esta primavera que todas las demás.

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