-“Tomás, ¿mañana vamos a la plaza?”.
-“No papá, no puedo salir”.
-“¿Por qué no podes ir con lo que te gusta jugar ahí?”.
-“Por el virus que está en la calle, ¿no viste las noticias? Ayyy papá”.
Con solo 6 años, Tomás mi hijo más grande, entendió que no se puede salir, que solo para cuestiones elementales y necesarias se puede pisar la calle, supo que el resguardo es la mejor vacuna para este problema.
Muchas veces le nen@s y chic@s nos indican desde su inocencia el camino a seguir. Crecer no es sinónimo de adultez.
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