“Estas son las noticias y así se las hemos contando”
—¡Oh mi España querida, qué te han hecho!
—¿Qué dices, abu?
—Nada cosas de tu abuela.
—¿Qué cosas, abu?
—Recuerdos.
—Búa.. Si solo son recuerdos, me voy.
—No, hija, ¿quieres que te cuente como tu abuela acabo aquí, en Argentina? Aunque parte de mi historia la conoces.
—Vale. No tengo nada mejor que hacer y me gustan las historias.
—Empiezo: En el verano de 1936, yo vivía en un pueblo de Galicia
—¿De Galicia? Yo pensaba que habías nacido aquí en Argentina.
—No. Tu abuela tuvo su infancia en otra tierra. Sigo… Eran días en los que disfrutábamos del buen tiempo y de su naturaleza. A mí me gustaba mucho mi pueblo, la naturaleza y jugar con mi amiga Manolita.
—¿Qué le paso a tu amiga Manolita? ,¿ya no os veis?
—No sé nada de ella, ya no nos vemos, su madre no quería que jugáramos juntas ni que nos juntáramos. Así que cuando la abuela se fue a Argentina perdió todos sus contactos. Tuvo que rehacer su vida aquí en Argentina. Sigo: Cuando podía salir a la calle escuchaba a mi alrededor que era una “ROJA”, que íbamos a llevar el odio y la peste. Yo, la verdad, no entendía nada, sabía que mi familia tenía la piel clara, pero nunca escuché “Piel Roja”.
Un día a la vuelta del colegio encontré a la bisabuela llorando. Yo no entendía nada. Lo poco que la entendí fue: “Que tu padre se había marchado”.
Yo me quedé helada. En uno pocos minutos descubrí que mi madre ya había hecho las maletas para irnos del país y dejamos atrás todos nuestros recuerdos.
Esa tarde cogimos el primer barco que salía para las Américas, donde nos llevaría a una tierra de libertad.
—Y, Abu, ¿no echas de menos aquello?
—Yo, la verdad, era muy pequeña y no entendí nada hasta que tuve una edad donde pude leer, nunca dejé de documentarme del país que abandoné cuando era pequeña, descubrí todo lo que había sucedido y el motivo por el que tuve que dejar mi país.
—La verdad es que hicimos nuestros recuerdos aquí. Aunque tengo el corazón en España porque es la tierra donde nací pero también me hace imposible dejar esto, ya que aquí fue donde cree una familia y donde están mis recuerdos.
—¡Uy, qué tarde que es! Me voy a la cama antes de que se enteren mamá y papá que estoy aquí.
Carmencita, como le gustaban que la llamaran, también se fue a la cama donde soñó con un país donde albergará la felicidad, la tolerancia y el respeto.
Para ella, como para muchas personas que tienen que dejar sus países de origen por la guerra, la desgracia, la pobreza, etc. solo quieren encontrar unos valores éticos que sean fundamentales para sus vidas, aunque se ha conseguido mucho, pero hay veces que esos valores se pierden y reina el caos.
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