Los viajes nutren, nos llenan de cultura, hacen que lo veamos todo de una forma diferente a como lo veíamos antes, libres de las restricciones de una única cultura, de la sociedad en la que nos criamos. Te das cuenta de que todos somos iguales en este planeta, al fin y al cabo todos queremos lo mismo, vivir.
Debemos viajar, vivir y soñar, creer en nosotros mismos y tratar de conocernos.
Actualmente, salimos de nuestra ciudad, viajamos ya no solo por placer u ocio, también por formación y trabajo, dejamos atrás una vida entera, familia y amigos, conocidos y no tan conocidos, personas con las que nos criamos.
Te desprendes de ese vínculo, cuesta mirar atrás sin ponerse melancólico, entonces miras hacia delante, ves tu nueva vida y aunque a veces sea difícil, sonríes por esas nuevas experiencias que jamás habrías vivido sin la osadía de coger ese avión. Los motivos por los que decides irte son miles, becas, estudios, turismo, placer, trabajo, un amor a distancia… Decides hacerlo, te lanzas al vacío, viajar por la razón que sea, ver mundo, amplias conocimiento, tu forma de ver la cosas cambia, te das cuenta de cuanto eres capaz de hacer por ti mismo, hablar con extraños, llegar a tu destino ayudado de un mapa en un idioma que desconoces, te vales por ti mismo y te das cuenta de ello. Puedes hacer esas cosas que te creías incapaz de hacer. Y lo haces bien. Te gusta, te atrapa, te vuelves adicto a esa sensación de victoria, te sientes bien contigo mismo, te sientes seguro, te sientes válido.
Pero todo ha cambiado tanto, ahora se viaja con cámara y móvil en mano, retratando todo edificio famoso, como si tu vida entera dependiera de esa foto, de ese “selfie” para subir a tus redes sociales favoritas, usamos el gps si nos perdemos, nuestras dudas se responden solas y rápidas con una única pregunta en tu navegador web, ya no hay problema, seguimos siendo válidos pero dependientes de las nuevas tecnologías. Somos la nueva generación. La generación de las experiencias, la generación que vive rápido, que no tiene tiempo para nada pero pasa la vida pegada a una pantalla, cuanto más grande mejor. La generación que sobrevive mejor que ninguna otra gracias a su dispositivo móvil.
Las nuevas facilidades que nos da la tecnología promueve nuestros movimientos por el planeta, nos hemos convertido en una plaga que recorre cada rincón del planeta en busca de esas experiencias, sueños y oportunidades, una nueva generación nacida para alcanzar los mayores logros y metas que se valoran por el número de países que pisas, el número de fotos en las que sales, el número de amigos y el gran puesto de trabajo que tienes que por supuesto conlleva una gran cantidad de dinero.
Poder decir los países que hemos pisado o las ciudades recorridas es una de nuestras mayores metas. Por desgracia nos olvidamos de lo esencial, disfrutar. Disfrutar la experiencia, disfrutar de las personas que están a nuestro lado que algún día ya no estarán, de la oportunidad que tenemos, vivir el momento, nos preocupamos tanto de la foto, de comprar el souvenir, de hacer lo que hizo el amigo en esa ciudad, nos cuesta vivir nuestra propia experiencia, sacar nuestras propias conclusiones, hacer nuestra propia vida. Llegamos a confundir nuestros sueños con los sueños de los otros con tal de conseguir aceptación en el mundo que nos rodea.
Nos beneficiamos de la facilidad que tenemos ahora de usar los transportes que nos desplazan de una punta a otra del planeta en cuestión de horas a un precio razonable y nos olvidamos de quien dejamos atrás. Vivimos con prisa, es un estilo de vida, ya no se viaja solo por conocer se vive viajando, viajando sin vivir.
Como muchos, yo también me fui, alejada de vosotros, mi familia, con un pesado equipaje cargado en mi corazon, anhelandoos por cada paso que daba en la dirección contraria, viviendo viajando, viajando sin vivir, alejada de todos y sobretodo de ti. Trabajos oportunos, trabajos efímeros. Vivencias, nuevos amigos, nuevos sueños y nuevas metas, fotos, vídeos, risas, fiestas. Pero siempre con vosotros en el corazón. Rincones por descubrir, llamadas llenas de emociones, vuestras visitas, alegría de mostraros mi nueva casa, mis nuevos amigos, mi nueva ciudad, sus costumbres, sus comidas. Alegre de que os quedéis y cuidaros como habéis hecho vosotros toda la vida por mi. Vuestro retorno y mi tristeza de veros marchar de nuevo. Viajar y viajar, vivir viajando.
Y de nuevo un viaje, puentes majestuosos, rios infinitos, catedrales inmensas, lugar que tú mismo recorriste años atrás y del que te quedaste tan prendado como yo, recorrer la ciudad, empaparte de su magia. Una llamada, sueños rotos al despertar, risas cortadas, lejos, lejos de vosotros, correr, autobuses, trenes y aviones. Un viaje sin retorno, directo al grandisimo vacio, sueños derrocados al llegar. Risas de extraños, abrazos familiares, alegría del retornado que suenan tan lejanas para mi. Yo, derrumbada ante la peor noticia de todas, no es cierto, no ha ocurrido, desvanecida sin saber si quiera quien era yo misma ante la mirada de cientos de extraños, el apoyo de la familia tan destrozada como yo misma. Una pesadilla tan real. Tristeza, vacio, desapareciste sin si quiera darme tiempo a decirte cuanto te queria, un último beso, abrazo, un último adiós.
Vivir viajando, viajando sin vivir.
Recuerdos, recuerdos dulces que hacen que te rompas por dentro. Rutina, rutina sin ti. De vuelta al avión, trenes, autobuses. Ciudad inmensa, atestada de personas con sus vidas, sus prisas, sus historias. Imagenes que cruzan por mi mente, recuerdos maravillosos, deseo de volver atrás.
Pasan los días, llevo tu foto conmigo, en la carcasa de mi móvil. Viajamos juntos, ciudades, canales, puentes, catedrales e iglesias. Ríos que separan ciudades, edificios de colores, paisajes y castillos. Lugares de ensueño, monumentos por las calles, fuentes famosas. Comidas, olores diferentes.
Llevarte conmigo a cada rincón.
Queda todo tan lejos ya. Tu forma de reír, de llamarme, si lo pienso soy capaz de reproducirlo en mi cabeza. No pienso. No quiero olvidarte pero recordarte duele. La vida pasa las ciudades quedan, los momentos se van los monumentos se quedan.
Vivir viajando viajando sin vivir.
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