«En estos pequeños instantes en donde te pones intensa, en donde nos volvemos paredes y olvidamos si ya es de noche o ya salio el sol. Te veo durmiendo, sonriendo, fingiendo.»
No tienes donde huir, dentro de estas cuatro paredes te vuelves una más, vuelves a ser la virgen de un comienzo y a bailar al ritmo del Jazz. ¿Sientes mi salsa correr por tus piernas? ¿escuchas el sonido de mi corazón latir al son de la canción? ¿qué más quieres? si dentro de esta habitación existe una inmensidad de cosas por hacer… Mira como hago origami con tu blusa, pinto tu espalda y cuento tus lunares. Eres mi atracción favorita, mi canción favorita, eres mi monopolio y mi banca rota.
Días tapados bajo el cuero de tu espalda me hacen olvidar lo que era el frío, me siento en verano aunque afuera el cielo se este rompiendo. Veo cada mañana como en el jardín de tu cabello comienzan a brotar flores, pequeños botones amarillos pidiendo salir a respirar.
El café comienza a extinguirse y pasar de ser espumoso a agua oscura, las verduras cobran terreno y comienzan a pudrirse en la nevera. Como cada mañana vas a buscar un poco de vino, como las flores se cayeron porque decidiste cortarte el cabello… No entiendo cuando paso, vas desnuda por ahí cansada de abrigarte, bailando sobre el ventanal mientras la lluvia cae con furia por fuera y tú tranquila llorando por dentro.
Piel de papel, con un roce cortas, desgastada sales de la habitación para tomar una ducha y deshacerte por unos minutos. Regresas reconstruida, siendo el mismo abismal alto del cual me da miedo saltar, de un momento a otro pasaste a ser uno más, estancada pensando en romper la pared o romperte en mil pedazos.
Me estas contagiando la risa, la forma de hablar y de caminar, hasta la mirada intensa que llevas siempre contigo para rematar. No me da miedo saltar, me da miedo si al hacerlo no te pueda ver nunca más.
Decidí dejarte salir a bailar bajo los lamentos…
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