Se despertó. Tras la ventana aún dormitaba el silencioso parque sólo violentado por el trino de los pájaros y el paseo de un vecino con su perro. Sonrió al recordar que un día más no estaba obligada a salir.

Siguió sus rutinas de los últimos meses. Yoga, ducha, desayuno, senderismo casero y tele-trabajo.

Hace años que solicitaba que la dejaran trabajar desde casa. No soportaba la saliva que expandían sin misericordia sus compañeros cuando hablaban, la suciedad de sus manos posándose sobre la oficina, los besos y abrazos innecesarios, las miradas de incomprensión mientras trabajaba escondida tras sus guantes y mascarilla. Y ahora, por fin, lo habían entendido.

Interrumpió su trabajo una llamada. El nombre de su hermana apareció en la pantalla. Disfrutó de la espera y lo dejó sonar. Su impaciencia le producía una sensación de gozosa superioridad. La llamada era diaria desde que la vida de casi todos, se vino abajo de un día para otro. Pero hoy tampoco iba a contestar.

Le dolía la espalda y fue hacia la cocina. Sacó un refresco del frigorífico perfectamente ordenado. Acababa de traerle la compra el chico del 5º. Se había creado una extraña cadena de favores. La rubia con cuerpazo del segundo les hacía bailar con su bachata, los niños del tercero llenaban las puertas con arco iris, la señora del primero prestaba su perrito a los vecinos para sacarlo a pasear. Y estaba la cita de las ocho. Todos salían a los balcones para aplaudir y sentirse acompañados.

Respondió algunos WhatsApp y reenvió varios videos. En estos meses había recuperado antiguas amistades. Por primera vez se sentía una más.

Comió y se arrellanó feliz en el sofá, bajo su manta, disfrutando del olor del café, para ver su serie. Pero en la pantalla vio al presidente y no necesitó escuchar lo que decía. La línea de su frente dibujada por la angustia había desaparecido y sobre sus labios reposaba una sonrisa olvidada. Apagó la televisión y fue a resguardarse en su dormitorio. Al bajar la persiana vio, entre lágrimas, como sus vecinos celebraban que todo había terminado.

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