Que haremos ahora con las flores amarillas?

Que haremos ahora con las flores amarillas?

ROSARIO MUÑOZ

31/03/2020

Sucedió en el Uruguay rural de hace ochenta años. En medio de la espesura de un monte natural, en un rancho oscuro y pobre una joven inicia los trabajos de parto. Madre ya de dos niños espera la llegada del nuevo ser feliz y confiada. Su esposo trabaja en una estancia a varios kilómetros, pero ella no tiene miedo. La acompaña su madre, muy anciana ya y con una incipiente ceguera.

Durante la tardecita se agudizan los dolores y al albor del nuevo día retumba en el monte cercano el llanto fuerte y altanero de Juan.

El destino o la casualidad hicieron que al rancho llegara de visita un matrimonio que poco tiempo atrás se había instalado en la zona. Maduros ambos, económicamente estables y sin hijos.

Al ingresar al rancho la tragedia golpeó sus ojos, dos niños intentan inutilmente despertar a su madre, una anciana ciega busca a tientas el rostro de su nieto, mientras sobre una enorme mancha de sangre yace muerta la madre, mientras en su pecho busca desesperadamente el niño aferrarse a la vida.

Pasaron los días, y la solución para el afligido padre llega por medio de la generosidad de Ema, la mujer que el azar o el destino colocó aquel fatídico día en el rancho.

Se ofreció a llevarlo a su casa, donde podrían visitarlo cada día con la promesa de devolver al mismo cuando fuera el momento oportuno.

Durante meses, cada día Juan fue visitado por sus hermanitos, que recorrían el largo camino que los separaba mientras juntaban flores amarillas para obsequiarle al pequeño. Eran flores rústicas y sencillas, que Ema cada día colocaba en un florero ubicado próximo a la cuna, provocando en los pequeños una inocente felicidad.

Martín y Ema le daban al pequeño todo el amor que guardaban para el hijo propio, que buscaron por años sin encontrarlo.

Y un día Juan dijo «Mamá» y Ema supo que ya no podría regresarlo. Venció su deseo de ser madre. Lo prepararon todo y una tarde, cuando los pequeños llegaron con sus flores amarillas  Juan ya no estaba. Se fueron corriendo, mojadas sus caritas por el llanto, mientras en el patio de la casa desolada, pisoteado y marchito quedó un ramo de flores amarillas.

Los fingidos padres guardaron su secreto y solo veinte años después, cuando la muerte pugnaba por cerrar los ojos de Ema, la verdad salió a la luz. Una vez mas la muerte cambiaba el destino de Juan, entrelazandose sutilmente con la vida.

Se reencontraron un día en una estación de tren. Para reconocerlos, sus hermanos dijeron que llevarían en sus manos un ramo de flores amarillas.

Mil abrazos, emociones, cuentos de una infancia abrumada de dolores, de búsqueda y decepciones y en las manos de Juan, estrujado esta vez por la felicidad, un ramo de flores amarillas.-

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS