Pinté a Van Gogh

en cielos

que carecen de nombre

y busqué aire

más allá de las cinco

y las siete,

con asteroides colgados

en mi techo

y escapando al tiempo

muerto;

ya no brillan,

ya no bailan,

y no aman:

nada es capaz

de hacerlo.

Escribí cartas

a la tragedia

en soledad y aburrimiento,

no importa

si hay luna

o primavera

y lluvia en las arterias;

no hay cuarentena,

no hay hogar

si no eres tú quién

abre la puerta.

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