Una mañana diferente

El despertador nos hace sobresaltar todas las mañanas y apresurados nos levantamos, aseamos, desayunamos si podemos, vamos desayunando en el camino o directamente lo hacemos en el trabajo. Corremos a la parada del transporte o vamos en nuestro vehículo sólo mirando lo indispensable para llegar a tiempo.

En el camino vamos pensando en lo que debemos hacer hoy, en las cosas a pagar, en los planes de progreso, en esas juntas, reuniones o actividades programadas.

Nuestras vidas transcurren en la voraginidad de los tiempos modernos, en la rapidez de las nuevas tecnologías y pensamos en querer o necesitar el ultimo celular que salió al mercado, en cambiar el auto, ese viaje, crucero que tanto te contaron tus compañeros de trabajos, esos a lugares que debemos hacer porque así tenes algo que contar y subir a las redes.

Pero una mañana nos despertamos en un silencio absoluto y miramos por la ventana una calle desolada y ya no importa si tenes la última tecnología o la más antigua, solo valoras ese, porque es el que te permite marcar ese número que te devolverá una voz que tanto ansias escuchar.

Y ya no importa , todos están pasando por lo mismo y comienzas a apreciar ese abrazo, caricia y besos que tantas veces pasaron inadvertidos en esos días anteriores a esta circunstancia. Pensas en esos ojos que no ves de cerca, en esa mano fraternal que te toca el hombro, en las charlas y reuniones con amigos o familiares, en esa plaza que tantas veces pasaste y nunca tenías tiempo para disfrutarla.

Ese tiempo que nunca te alcanzaba, que se hacía corto por todo lo programado y volabas del trabajo a llevar al cole a los niños y luego a deporte, inglés, guitarra… ahora ese tiempo pasa más lento que antes y notas que se te hace largo y despiertas con ese silencio ensordecedor de una mañana soleada, donde los pájaros se apropian del espacio y de ese silencio y al volver la vista ves que lo más valioso, tu familia, siempre lo tuviste en casa.

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