El estado de las noticias es de alerta y encendido; no es el estado del embarazo, ni el estado del tiempo, ni el estado de este corazón que late a dos metros de distancia.
La alerta nunca la había visto en tantas partes, tan veloz que deja caer sus sirenas por el suelo; tan suya que pasea desnuda por la calle, repartiendo sus sonrisas, cayendo al lado de las manos enguantadas.
Todo sigue afuera, mirándonos y esperándonos.
El ramillete que trajo el mar desfila en el tiempo detenido de la foto; huele desde adentro con todos sus sentidos, permanece desde afuera con todos sus adentros.
Pronto apagaremos este estado de alerta y quizá, por primera vez, arrastraremos todo hacia adentro, antes de salir.
Quién sabe qué mundo nos espera, cuando cargados con todos nuestro deseos, caminemos hacia el otro.
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