Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón, o enmedio de un desierto buscando un oasis, o en un profundo valle arando sus campos, cuando sonara el próximo parte en las noticias. Quizá la próxima vez fuese un policía exitoso, o un espía, o un náufrago.
¡Qué suerte tenemos los adictos a la lectura! pensó, mientras entre las paredes de su casa, rebotaba la única noticia que daban los informativos.
Apagó el televisor y permaneció de pie frente a su extensa biblioteca, decidiendo, una vez más, cuál sería su próximo viaje.
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