Puedes ve(r)sarme, si quieres

Puedes ve(r)sarme, si quieres

Irene Vazquez

24/04/2017

Me dijo que la única manera de vencer el miedo era tomando un café con él.

Entonces me senté enfrente y le miré por primera vez.

La frecuencia cardiaca en la que vives es inversamente proporcional a la capacidad de amar, me dijo.

Le besé en la frente. Supongo que es el beso más cuidado.

Lo fácil es hacerlo en los labios donde todo el mundo llega.

Donde todo el mundo alcanza.

Lo difícil es cuidar a quien besas o versas dándole la libertad de caminar descalza si los zapatos le aprietan.

Dice que tengo instinto de protección hacia ella.

Y todavía no es consciente que mi única función es proteger a quien quiero con todas las letras.

Querido lector, te hablo con el corazón en la mano. Y la tinta en las venas.

Un día me lo arrancaron y fue ella quien me lo devolvió sano y (a) salvo.

En realidad he venido a decir que no puedo evitar sonreír al otro lado de la pantalla.

Que tú le llamas amor y escribes sobre ello.

Pero yo le beso en la frente y son los versos los que gritan en silencio.

Eres mi presente más futuro que me ha pasado.

Ella juega a los tiempos.

Sonríe en continuo.

Dejó de llorar.

Es feliz.

Volará de nuevo.

Dicen que es tiempo de hacer balance.

No sé, quizás necesitamos alguien que sea capaz de volar sin necesidad de unas alas.

Que crea en Peter Pan y en eso de vivir segunda estrella a la derecha.

Dicen que los deseos se piden a la cara y no a las estrellas.

Quizás entendáis el porqué de mi ceguera. Y mi felicidad en estas letras.

Abre bien los brazos que llega.

Y lleva un siete por bandera.

Ella dice que aprendió a dibujar el café de los domingos.

Y no se da cuenta que ha convertido mis días en un lienzo.

Ha llegado por sorpresa.

Dice que vuela mañana de nuevo.

Que no es el café quien desvela. Ni la cantidad de azúcar quien endulza tu vida.

Entended de verdad que el amor sino corre vuela y yo tengo que pillar el taxi esta noche detrás de la vida, si es que me espera.

Me declaro adicta a su cafeína y a su manera de conducir mis días.

Que la he visto dormir esta noche y ahora sé quien es capaz de parar el tiempo y no te hablo en sueños, sino una vez a su lado

despierta.

Que me he pasado toda la noche en vela con tal de aprovechar los segundos de este día que nos queda.

Que por quedar – te digo que lo hagas, que lo intentes que yo te abrigo el frío y la humedad que te congela.

Somos del quiero y ahora.

Vendemos la espera como ser capaces de.

Me ha descolgado el télefono.

Me ha robado una sonrisa y me ha regalado fuerza para los días que me esperan.

Estuvo en mi llegada a Madrid y un par de chicles hicieron su espera.

Me ha enseñado que esperar es bien y muchas más cosas que romper esas teclas.

Que blancas y negras no se utilizan porque sí sino porque toca y cuando las toca ella el mundo se queda.

Ella sabe que es especial, que no hace falta tocar la piel para decirle que no tenga miedo.

Que las letras no hacen mal.

Pero que hay abrazos con mucho tiempo, días y ganas que afrontar.

Que conoce porqué siete, el mar y mis ganas de saltar.

Supongo que la vida la cruzó conmigo porque tenga algo que aportar y yo apartaré mis miedos para que quepa

Ella

Desde su libertad.

Supongo que es lo más parecido a verte por las mañanas.

Dejarte preparado el café y no quemarte la tostada.

Besarte en la frente antes de irme al trabajo y escribirte un post-it en braille sobre tu espalda.

Dejarte uno con letras en la pizarra.

Robarte una sonrisa como desayuno y que la mantengas hasta la madrugada.

Que te echo de menos no está de más.

Que la distancia la acorta tu voz cuando me llamas.

Que el tiempo nos come, que el tiempo no espera.

Que esperamos nosotros con el fín de acabar con estas letras.

Que hoy está más grande y que no se volverá a ver hasta otros años más, dicen en la prensa.

Que hoy te pienso como ayer, pero el alzheimer no depende de mi y por eso escribo

Para leerte

Por si la memoria no espera.

Me ha dicho la vida que me pare. Que deje el paso en verde aquellos que cruzan en blanco y negro. Que los vuelva de color si de mi depende. Que deje de lado el gris y que lo utilice sólo si me conviene.

Que pinta otoño y a la vuelta de la esquina viene de blanco el invierno. Que voy a verlo todo azul por eso de seguir con los colores del cielo. Que es el mar quien va arropar este frío de invierno.

Que aprenda a valorar lo que toca que aquello que me toca ya tiene lugar dónde no puedo ser roca.

En realidad he venido a decir que ayer me llamó alguien especial y le robó su madre el teléfono para preocuparse por mí y quererme hablar. Y eso, hoy en día es de valorar.

No todo el mundo está cuando toca y porque toca ni te toca porque sí.

Supongo que esto es lo más parecido al amor.

A querer algo que no es tuyo.

A cuidarlo mientras lo necesita y despues echarlo a volar.

Yo que de vértigos vivo jamás habrá precipicio más grande que despedirte con un beso en la frente antes de volar de nuevo.

Me han preguntado otra vez por mi capacidad de querer-te.

De abrazarte con espinas sabiendo que no soy yo quién va a besarte después de quitártelas.

Que bien suena hasta el dolor si es contigo.

Ella dice que lo reconozco. Que me concede la guerra que sabe que tengo perdida.

Y lo que no sabe es mi victoria a escondidas de verle feliz con quien ella elija.

Que la eche a volar no es tirar la toalla es saber que hasta aquí llega nuestro cuento de hadas.

Que voy a seguir creyendo en campanilla que Peter Pan ya tiene su sombra en la espalda.

Que no es una despedida camuflada. Que yo voy a seguir aquí.

Solo es el amor,

que ya tiene alas.

Voy a encontrarme tu boca en mis labios. Voy a escribirte a versos todo lo que en el folio no me han dejado.

Voy a hacer de tu cuerpo un lienzo, a dibujar en braille tu espalda, a besos tu pecho, a caricias tu ombligo y sin la rapidez de quien maneja el tiempo.

Pienso vengarme entre líneas y a decirte que es el amor en poesía y no yo, todo lo que te haría. Es lo más cercano que tengo de tocar arte.

De tocarte. Si fuera yo quien lo diría.

Perdona, si te ve(r)so.

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