Te regalé una bonita sonrisa de Joker al verte paseando por cubierta. Tú me correspondiste con una mirada de Olivia.
Entonces apareció él, con sus fuertes brazos y su gorra de Popeye. Apretó el puño para golpearme y mi Harley Quinn preferida gritó desde estribor: “¡Ven aquí, marinero, si de verdad tienes salero!” “¡Salero para llevarte en mi barco por el mundo entero!”
El amor navegaba libre a toda vela. Me acerqué a proa y erguido estiré los brazos al viento. Me abrazaron por detrás y unos labios me susurraron al oído: “¿Te gustan las espinacas?”
Con sofrito de ajos.
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