Te regalé una bonita sonrisa de Joker, y eso que no había visto la película. Pero imaginé que esa es la cara que pondría frente a esa chica que me había ridiculizado cuando tenía 14 años, haciéndome aparecer disfrazado a una fiesta llena de adolescentes hormonados y granujientos que no llevaban disfraz más allá de su propia careta de crueldad y falta de personalidad. Y disfruté mi triunfo, 25 años después y con varios premios cinematográficos a mis espaldas. El espejo me devolvió una amplia sonrisa de satisfacción.

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