Fue de mi, un cuento histérico y melodramático lo que convirtió una historia en un relato. Me sacó de mi cómodo asiento y me hizo inclinarme lenta y levemente hacia adelante para así escuchar con detenimiento lo que me contaba el abuelo. Nació en 1944 un año antes de que terminara la segunda guerra mundial. Sin embargo el país en donde vivía y vive aún no estaba involucrado en tal guerra. En Cuba el campesino labra la tierra y sirve de lomo para sobrevivir. Trabajando duro llegaron los dolores y de paso el sufrir como cualquier persona mayor que envejece tan rápida y sutilmente. El dinero no bastaba y la incapacidad de poder encontrar en algún lugar refugio fue frustrante. “El periodo especial” época que como lo describen los cubanos, “no habia na’ de na’” y la escasez sobreabundaba en el país. No había dinero para los zapatos de la escuela de mi padre y tía, y no había suficiente para llegar a fin de mes sin tener que comer menos y gastar nada. Se complicaron las cosas y pareció ser el fin de los tiempos. Mi abuelo, el gran capaz, luchó y enseñó con todo lo que tenía y le quedaba a mi padre a nunca darse por vencido. Dándose las circunstancias mi padre tuvo que ponerse a trabajar siendo muy pequeño y sin nada de experiencia a las manos del destino. Y así aprendió del capaz, y decidió seguir sus pasos hasta el sol de hoy, día presente en el cual están separados. Hace cinco años mi familia (incluyendo a mis padres y mi hermana menor) y yo nos fuimos del país, fue un momento de mi vida que nunca voy a olvidar. Las intensas lágrimas en los rostros de toda mi familia en el aeropuerto y lo pequeña que era para entender que nunca más los volvería a ver. Mi abuelo sigue en pie con el pasar de los años, es un roble robusto y fuerte y con historias que todavía no logro entender. Mi abuela me decía que subía al tejado de la casa a extrañarnos y a llorar en paz. Los cuentos que me hacía en esas noches en el patio de la casa que no recuerdo con exactitud ya que contaba de muy corta edad, siguen en mi memoria como uno de los momentos más icónicos de mi vida. Y recuerdo como si hubiese sido ayer los diálogos fuertementes llenos de inteligencia y experiencia que teníamos, que nuevamente, yo no lograba entender y los consejos de vida que me solía dar, el dinero a escondidas que le pedía y que siempre me concedió, y como le mentía a mamá por mi para que no me castigaran. Y ahora parece no poder escuchar de un oído el gran capaz, y parece tener problemas para caminar y trabajar, y mi abuela que ha sido firme desde siempre, amorosa y fiel abuela, sigue con él, de pie y se cuidan mutuamente. El capaz aprendió a sobrellevar las situaciones de la vida y convertirse en alguien aun mas fuerte de lo que ya era, y apuesto que nunca pensó que su fuerza para afrontar lo que fuese pasaría de generación en generación hasta más no poder y su valor se volvería historia.
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