«La casualidad no es, ni puede ser más que una causa ignorada de un efecto desconocido» Voltaire

Cuando di el último trago, del último vaso, de mi última botella de escocés, solo conseguí acallar al adicto, leyendo de nuevo aquel consolador mensaje. Volver. Lo que aquella idea representaba después de hacía tanto, me impidió ver en la casualidad, si la hubo, una señal que me advirtiera. Convirtiendo al hombre en niño, aquello insuflo de nuevo esperanza en mí. ¿Cuánto hacía ya?, ¿dos años sin ver un cielo azul? Aun nos entretenemos en imaginar cual de mis otros yo, desconfió acertando, de la oportuna casualidad.

La Doctora Calendrine, fue la Ingeniera técnica en jefa de la tripulación, desde la muerte del teniente Sperkman, hacía ya poco más de dos años. No estuve involucrado en su nombramiento ya que la federación obvió mi oposición cuando convino que era la mejor sustituta para continuar con la misión. Nunca la hice participe de mis desavenencias y ella por su parte cumplió con su trabajo. Aún nos rondan por las cabezas, imposibles de responder, dolorosas preguntas. De haber sido aceptada mi solicitud de despertar a un tripulante con más experiencia de los muelles de estasis ¿se hubiese acelerado la reparación? ¿Eso hubiera cambiado lo ocurrido?

Como capitán, con el tiempo desarrollas cierta pericia para mantener la cordialidad y cordura entre la tripulación, sin juicio a cuanta de tu sangre hiervas en el proceso. Y así fue como recayó sobre sus menudos hombros la apremiante misión de restaurar el funcionamiento del portal de hadrones y ligado a él, el destino de 367 personas y dos muelles con gemelas tripulaciones en estasis. 1101 vidas. La vanguardia de una humanidad que hace dos cientos años soñó con cruzar la línea marcada por lo conocido y el infinito. Todo pesando sobre sus hombros, admito que en aquel momento no la creí capaz de soportarlo. La perennidad de la avería había medrado de manera exponencial el ánimo de la tripulación y en paralelo mis esperanzas de completar la misión principal desde hacía ya dieciocho largos meses.

Nada hasta ese momento había destacado aquel día como especial, cuando comenzó insulso y rutinario. Igual o más discreto, entre decenas de avisos acumulados, se encontraba aquel mensaje en mi pip-boy, ese que nos cambiaria la vida a todos;

» Dra. Cal: Capitán, ¡Lo hemos solucionado! Voy a su despacho, no se mueva.

– A.M.I.E*, localízame a la Doctora Calendrine.

-Se encuentra actualmente en el transportador horizontal, previsión de llegada a su despacho en diez minutos. – Respondió servicial, la I.A

-Perfecto para un starway, Amie reproduce Starway to heaven. Turnit up loud, baby.

Aquella espera que, aunque cronometrada, se me antojó eterna. Recuerdo haberla pasado ajeno a los 9 minutos de Led Zeppelin. Yo y mi último whisky hipnotizados con la sugestiva visión que representaba nuestro destino, rugiente y parpadeante en mi holo-ventana. Geminga la estrella de neutrones más cercana al sistema solar, que ya a 138 años de viaje brillaba deslumbrante y furiosa como lleva haciendo desde hace más de 300.000 años, indiferente a la pequeñez de nuestra existencia.

– ¿Qué sabe de la entropía capitán?

Usando esa frase como saludo, interrumpió mi trance la doctora, con ese soberbio tono de voz, que si existe un dios, sabe que con paciencia aprendí a evitar odiar.

– Deberá disculparme en esta ocasión Doctora, pero no consigo comprender la relación entre la entropía y la reparación del portal. Por qué es por eso que está aquí. ¿No es así? – Pregunté conteniendo el tono. – Mientras hacía desaparecer la holo-ventana con un gesto de mi mano derecha.

-Bueno, sí hay relación, pero tiene razón. Quizá es secundario ahora. La clave es que nunca hubo nada que reparar.

La animé a evitar el cripticismo, moviendo en un universal gesto de impaciencia mis manos, el cual ella asintiendo distraída, se dispuso a ignorar.

-Durante más de 18 meses, mi equipo y yo hemos inspeccionado cada circuito del dichoso portal. Siendo incapaces de encontrar la más mínima anomalía y es así porque el portal no sufre ninguna avería. Analizando lo que le ocurrió a Sperkman, he descubierto la fuente de nuestros quebraderos de cabeza.

– ¿Y bien?

-Desde hace casi 200 años la federación ha venido usado la tecnología del portal de hadrones a lo largo de todo el sistema solar. Y hasta el momento era lógico usar como canal la estrella más cercana a nuestro sistema, el Sol. Pero nosotros, esta nave, ha cruzado los límites del sistema solar Viajando más allá de lo que ningún humano haya llegado jamás. Analizando el comportamiento de los hadrones en el portal hace 18 meses cuando ocurrió el accidente, lo he comprendido todo, estábamos usando hadrones fríos.

– ¿Fríos? ¿Qué quiere decir? – Dije perdido.

-Es sencillo, la primera vez que el ser humano descubrió el comportamiento y existencia de los hadrones, fue estudiando pulsares como Geminga, que a 400 millones de años luz del sistema solar llegan, simplificando el concepto, más bajos de energía, fríos. Eso explica el comportamiento del portal aquel día y cómo reaccionó a nivel molecular con el cuerpo del teniente Sperkman. Al igual que ocurre con la entropía de una estrella los hadrones sufren un desorden molecular que tendría consecuencias imprevisibles.

– ¿Eso quiere decir que no se podrá volver a usar el portal?

-En absoluto, el portal estará en funcionamiento en 17 horas a máxima potencia.

Geminga, ahora nuestro canal es Geminga. – Dije girándome por instinto donde hacía unos segundos, estuvo la holo-ventana. – ¿es seguro?

-Una vez ajustada la interpretación de los positrones, Geminga ofrece un canal decenas de veces más seguro que cualquier canal usado por la federación dentro del sistema solar. Lo que me lleva de nuevo a mi planteamiento inicial. Aunque como raza llevamos poco más de dos siglos utilizando en nuestros beneficios los secretos del universo. No somos conscientes de lo infinito de las energías y fuerzas que usamos, sin comprender la entropía de las estrellas y como su relación con los hadrones podría afectar a nuestros viajes a través de los portales. Cualquier tipo de tormenta en nuestra estrella podría ser catastrófico.

– Las quimeras, mejor de una en una Doctora Calendrine. Corríjame si me equivoco, pero eso no ha ocurrido desde hace más de 4 siglos. Estoy seguro de que los expertos de la tierra cuentan con que algo así pueda ocurrir y tienen un plan de contingencia. Lo importante es que el portal estará disponible, para coincidir con el bicentenario y que la nave podrá recibir los suministros que llevamos meses esperando. Coordine con Estévez y su equipo la lista de suministros y que preparen el muelle de descargas. Usted me acompañará en su lugar a la ceremonia del bicentenario. Necesito que en el momento que crucemos el portal del Memorial, realicen la conexión con el muelle de suministros sin perder un segundo.

-Eso está hecho, Capitán. – Dijo la doctora emocionada, girando sobre sus talones.

Durante las 17 horas que siguieron a esa conversación, auto liberándome de mis deberes como capitán, me ocupé solo de dos cuestiones;

Una fue grabarle extenso y emotivo holo-mensaje a la que seguía siendo mi esposa, uno que mi instinto de auto conservación se empeña en no me permitirme reproducir en estas líneas. La otra fue soñar, soñar como solo a un niño se le permite. Soñar con el perfume de la piel de mi esposa, con la textura y sabor de alimentos criados bajo una atmosfera, nadar en un rio a contracorriente o tan solo respirar oxigeno no reciclado. Cosas que no había echado de menos aun estando a decenas de años luz de la tierra, cuando el portal unía mis dos hogares con solo un paso hacia adelante.

-Todos los cern´s activados y a pleno rendimiento. Confirmado.

– Energía hadrónica estabilizada a 13670 Julios. Confirmado

– Coordenadas de portal CBC7-0461 Washington Memorial. Confirmado

– Portal de hadrones listo para salto capitán. – Confirmó fehaciente el primero de a bordo José Estévez.

Y con un paso hacia adelante, di el que sería mi último salto a través de un portal de hadrones, cambiando en un segundo, el metálico silencio de la navegación espacial de la Eva, por el apabullante vitoreo de miles de personas venidas para celebrar el bicentenario. Fue mientras levantaba mis brazos, que ahora eran cuatro. Que empecé a comprender confuso, que esos gritos no tonaban alegría sino horror. Horror ante la casi obligada visualización del Bosquiano* panorama que representaban los 740 portales y de ellos sus viajeros, que con menos suerte que nosotros, en su calculada disposición escénica prestaron involuntarios un grotesco espectáculo de muerte y desolación televisada en directo a toda la galaxia.

Al intuir que algo ocurría sin entender aún la magnitud de la catástrofe, giramos tarde sobre nosotros mismos con la intención de evitar a la doctora usar el portal de alguna manera. Intento que solo sirvió para ver como con un silencioso destello, la deformada figura de la doctora aparecía por el portal, cayendo lánguida e informe entre nuestros cuatro brazos. El portal trajo aquí su cuerpo y mandó dios sabe dónde sus huesos. Fue al dejar el cadáver aún con vida de la Doctora Calendrine en el suelo. Y decir por primera vez en voz alta en dos años su nombre a doble voz, cuando fuimos conscientes de nuestra nueva condición.

– Audrey… Lo siento

– Dijimos sincronizadas ambas cabezas hablando por primera vez en la misma existencia.

– Audrey… Lo siento

Girando su(nuestra) cabeza a la izquierda, mi “otro yo”, fue consciente medio segundo antes, de lo que ambos tardamos segundos en asimilar y con poco éxito llevamos meses intentando superar.

Coincidiendo con la celebración del bicentenario del primer viaje tripulado a Marte, una al parecer imprevisible tormenta solar, desestabilizó aquel nuevo martes negro, las 740 sincronizadas conexiones interestelares con la que representaba la plana mayor de las misiones de exploración galáctica de la federación. 1479 personas buenas murieron aquel día en dos segundos. Por azar de la física y la genética, servimos usados por el universo para con nuestra eventual y fatídica coexistencia, enviar un mensaje a la humanidad. Una inconcebible casualidad que permitió a dos versiones Inter dimensionales de mí mismo, que usan un mismo cuerpo, sobrevivir. Si es así como debemos llamar a esto.

El mensaje fue leído claro por el consejo de la federación, que a ojos cerrados ordenó a todas las misiones de exploración que ahora navegaban sin capitanes, ni primeros, volver a los puertos estelares más próximos. Ya que, desde aquel día se prohibió el uso de portales de hadrones por tiempo indefinido. Base primordial de la red de suministros en misiones de larga duración, cuales quedaron de inmediato anuladas. Todas menos una, que la federación dictaminó abandonar a su suerte hace ya tres meses, debido a que la distancia recorrida en años de viaje era imposible de retroceder sin suministros. La Eva, mi segundo hogar, mi segunda familia. 1099 vidas que se nos obligó a abandonar a su suerte.

Nuestra última esperanza se consagró a la desesperada, en la solicitud al primer ministro occidental de una misión de rescate extraordinaria. Que fue irónicamente contestada, supongo, en persona por un mismísimo segundón asistente de su gabinete, invitándonos a asistir sin coste a la consulta de su psicólogo.

Pasado algo de tiempo y resignados al final de nuestro papel en todo esto. Queremos despedirnos con estas líneas que el Doctor nos animó a redactar. Ya que después de escribirlas y recordar el dolor en el recuerdo, esta vez al cuadrado. Nos han ayudado a comprender que son un magnifico final para nuestra historia.

Firmado:

Capitanes John Suimman

Notas:

*A.M.I.E : (AdvancedMindofIntergalacticofEnviroments) Nombre de la I.A de apoyo usado por la federación

* Bosquiano: Referente al estilo pictórico de El Bosco. Muy admirado y maravilloso creador de imágenes extrañas y de escenas singularmente descabelladas y oscuras.v

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