En esta maleta no cabe casi nada. No me queda más opción que soltar lastre: amigos que no lo son, fuera; compromisos evitables, a otro lado; amores imposibles, al contenedor de reciclaje; inútiles necesidades creadas, a la basura. Ahora parece que sí entra lo fundamental para mi destino: un abrigo cálido y comprensivo hacia mí mismo, una chaqueta para ponerme en la piel de los demás y un neceser de primeros auxilios para pérdidas y decepciones. Ahora ya cierra: me voy de viaje a vivir mi vida.

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