Llegaron uno a uno, primero el tío Carlos, luego Dorotea y su novio Orlando; seguidos por Teresa y Andrea, ambas hermanas e hijas de gloria, que llegó después de Julián, y Ambrosio. También asistió Gaspar y su novia Tania; los primos Butosky, y las hermanas almendra y Susana, primas hermanas de Teresa y Andrea, y hermanastras de Dorotea. .- Dorotea comenzó a decir.- es un nauseabundo.- dijo refiriéndose al tío Tomas, que lejos estaba de llegar, porque estaba perdido. La casa era nueva, y la dirección, que por más diáfana que pareciera trajo igualmente complicaciones. – tío Tomas ha encontrado un acertijo en su GPS. – dijo Julián con una leve expresión en su rostro. Julián era el bodeguero en una fábrica de vinos, primero estuvo cuando solo era un terreno, luego también estuvo cuando plantaron uvas, y se convirtió en viña, curiosamente en su trabajo le apodaron el racimo. – creo que hoy es el día más frío del año. – se atrevió a subir la voz Andrea. Del año iban dos días, su apreciación pareció ser lógica. – el clima ya va a mejorar, – dijo Gaspar. El tío Tomas demoraba, pero de cuanto en cuanto llamaba para saber si estaba cerca de la casa. La casa estaba construida de un sólido material, con un techo de madera revestida de un color calipso, las seis puertas que la conformaban estaban hechas de maderos de damasco, revestidas de barniz, las ventanas transparentes estaban adornadas por cortinas de la india, traídas directamente por los hermanos butosky. El piso de madera, recibía las suaves alfombras, y el techo al interior, tenía un curioso color amarillo. – me enteré que Cesar ha pintado nuevamente, – dijo Ambrosio. – es cierto, no lo hacía hace bastante tiempo, desde que se volvió loco. – contestó Almendra. – su último cuadro, aquel que lo trastornó. ¿qué lo han hecho?.- siguió diciendo Ambrosio.- se lo han llevado lejos, para Europa. Yo lo pude ver, no era más que dos animales en batalla. – siguió diciendo Almendra, aunque bajó la voz, una fuerte comezón comenzó en sus amígdalas. El tío Tomas llegó justo después de las nueve, cuando se servía la cena, a poco correr la noche se levantó para dar el brindis, Ambrosio, comía rápidamente. De pronto empezó a llover fuertemente un conjunto de nubes se aglomeró en el cielo, la familia atónita miraba desde una de las ventanas, la lluvia caía cada vez más fuerte, y el cielo cada vez juntaba más nubes, de pronto y con un silbido ensordecedor, una nave, querido lector, descendió desde el cielo, lenta y tranquilamente; pareció por un momento detener sublimemente sus vidas, y es que pareció el más desesperado ocaso, el más angustiante de los anocheceres. La nave se posó a dos kilómetros de la casa y gran parte de la familia corría a verla. – no te detengas. – dijo Julián. – los hermanos Butosky iban tan nerviosos que vomitaron antes de llegar. Al llegar, la nave se abría de par en par, y desde adentro tres marcianos bajaron; su andar era opaco, trémulo, lento y cabizbajo; sus rostros parecían los de una pesadilla, aunque sus matices de color plomo oscuro llamaban la atenciòn. Sus ropas eran largas mantas, que llegaban hasta más allá de sus piernas; y un extraño cubo les cubría la cabeza, querido lector, los siguientes hechos que explicaré a continuación explicaran el temor que sintió la familia al ver a los marcianos.

Primero el tío Tomas, casi plomo, casi pálido, comenzó a decir. – a qué han venido?, ¿por qué están aquí? los tres marcianos continuaban su camino hacia ellos; quiero decir: hacia donde estaba la familia, que estaba saliendo del desierto justo parados en medio de la calle. Uno de los marcianos aceleró rápidamente el paso llegando justo al lado de la familia, los otros dos lo seguían aun desde lejos, – ¿qué quieres? – dijo Ambrosio, envuelto en una notable desesperación. Tío tomas corrió de tal manera que ningún marciano lo hubiera podido alcanzar; Andrea se perdió en la otra mitad del desierto, y justo cuando llegaban los dos marcianos al encuentro en la calle, gloria tomó el vehículo y decidió atropellarlos, pero para su mala fortuna, los marcianos tenían como repertorio la telekinesis, y levantaron el auto de un chasquido haciéndolo levitar a gran altura, con Gloria adentro. Julián tomó unas rocas desde el piso, grandes, enormes, y se las lanzó a los marcianos, dos de ellos pudieron esquivarlas, pero no el marciano que hacia levitar a gloria, el cual recibió un camotazo justo en el cráneo, rompiéndole la esfera. El marciano cayó al suelo, y los otros dos comenzaron a dar saltos de desesperación, al parecer era el líder de la misión, y no podía morir ahí, aunque Ambrosio al ver a Julián, también tomó rocas, y comenzó a lanzárselas a los dos marcianos restantes, es posible querido lector que ambos marcianos quisieran ocupar sus poderes con los seres humanos, lo cierto que en un acto de desesperanza, ambos se acercaron trémulamente deteniendo el tiempo, deteniendo el mundo, la traslación, y la rotación del planeta. suspendidos sin gravedad, el marciano que estaba en el piso, también comenzó a levitar sutilmente, como una hoja de otoño que se levanta en el aire cuando llega la primavera, las manos de los marcianos lograron sanarlo y súbitamente se iba recomponiendo, mejorando, y de a poco comenzó a sentir sed; y hambre, entonces los marcianos comieron y bebieron, ahí con el planeta detenido, en medio del desierto. Entonces por un momento sintieron la soledad, y por un ocaso momento pudieron sentir también el sentimiento del amor; y llenaron sus almas; saciaron sus espíritus, si es que en algún momento tuvieron alguno, y pasaron los días, las semanas y los años; así día a día durante cuarenta y siete años, en donde al fin el marciano que agonizaba murió, y así, y desde entonces los dos restantes devolvieron el tiempo a su normalidad.

fin

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