¿Caminos paralelos?

¿Caminos paralelos?

Si algo le quedaba muy claro a Franquisquilla es que no quería terminar siendo sirvienta de nadie. Desde muy niña tuvo que ir haciendo pequeños cambios de residencia a los pueblos circunvecinos de su natal Estado de Hidalgo a fin de seguir estudiando, primero la primaria, en casa de una hermana de su mamá, luego, un poquitín más lejos, la secundaria en casa de una amiga suya de la primaria, la prepa la tuvo que estudiar hospedada en una casa de estudiantes y finalmente la carrera de Derecho, en la Universidad Nacional Autónoma de México (U.N.AM.) rentando un cuartucho de azotea por la zona de Copilco en la Ciudad de México. Logró su sueño anhelado y se tituló, pero sin palancas ni cuates que le hicieran el fuerte terminó trabajando, en parte gracias a su atractivo físico, en un sindicato de muy mala ralea dedicado quesque a los trabajadores del campo que tiene sus oficinas en la Avenida Insurgentes Centro. Siempre ha sido muy unida con su hermana menor, quien trabaja como cocinera, sirvienta y ama de llaves de un sexagenario solterón clasemediero de la colonia San Rafael, también de esa ciudad.

Gracias a alguna no tan discreta coquetería y a la ayuda de su hermana, consiguió que dicho solterón empedernido le “rentara”, a precio muy módico, una recámara de su enorme caserona porfiriana. A la familia de aquél eso no le gustó nada el asunto pero nada pudieron hacer al respecto, finalmente se apaciguaron al constatar que entre ambos no había nada en absoluto ya que el hombre mantenía la guardia muy en alto permanentemente. Más de una vez estuvo a punto de echarla y pedirle el cuarto al sentirse profundamente incómodo pero no encontraba ni una sola razón ética, o medianamente válida, para ello. Por fin ella comprendió que jamás habría nada y dejó de insinuársele justo antes de que él, pese a sus más profundas convicciones, la pusiera de patitas en la calle de la forma más decente y dulce posible.

Pero… ¿A qué viene toda esta introducción? Pues nada, al hecho de que en el pueblo de estas chicas no hay ya hombres en edad de trabajar ni de tener familia, todos, incluido su hermano Tomás, han migrado hacia el norte en busca de una mejor vida. A muchos los han abandonado los polleros en el camino y como consecuencia de ello han perdido la vida, otros “más afortunados” han conseguido cruzar el Río Bravo y los tramos de muro divisorio existentes mas muy contados han regresado, en el mejor de lo casos envían algún dinero a sus esposas embarazadas y padres durante algún tiempo, luego las remesas menguan, si no es que desaparecen por completo, como en el caso del citado hermano.

Bueno, pues es el caso de que la licenciada mantiene su chamba no solo gracias a su capacidad, sino a que cedió a ser la “novia”, o mejor dicho, amante de uno de los secretarios de aquél triste sindicato de poca monta. Y sí, no terminó siendo la sirvienta de nadie, pero sí su putita. A saber qué será peor, claro está, a sus padres no les falta nada, ella tiene su parcelita y casita auto levantada en un pueblo cercano al suyo, en su casa natal, donde no llega la luz eléctrica, la hay gracias a la ayuda de paneles solares. Y su señor padre, quien antes andaba casi descalzo, ahora porta tenis Nike. Las comadronas hablan y chismorrean ¿Pero a quién diablos le importa eso? Yo en semejantes embrollos no me meto. Ella tiene lo que quiere para ella y los suyos. ¡Eso es lo que importa!

La cocinera, quien hasta hace dos años nunca había pisado una cocina, se enseñó llamando por celular a su madre y hermana mayor en el pueblo para pedir instrucciones y poder elaborar los guisados que su jefe le solicita. La solidaridad entre mujeres es mucho mayor que la que se da entre los hombres aunque no han llegado al punto de aquellas seis guerreras , también abandonadas de la misma forma, que elaboran mermeladas de frutas para un restaurante capitalino ya constituidas como una empresa formal y toda la cosa. Proeza que les ha merecido sendos artículos periodísticos y de internet, así como los apoyos de todo tipo por parte del restaurante que las empuja, capacita y patrocina. La cocinera, una chica jovial, alegre, de férrea moral campesina, adora a la hermana quien siempre la ha apoyado y se mantiene al pendiente de ella. También tiene su carácter fuerte y cuando explota que se salve quien pueda porque arden Troya, Las Torres Gemelas de Nueva York y todo lo que tenga que arder sin miramiento alguno, igualmente se le suelta la lengua y recita todo un florido trompabulario pero de aquellos de barrio bajo hasta que dos o tres días después el Vesubio aplaca su ira.

El más «fino» de los tepiteños o alvaradeños palidecería de envidia ante semejante capacidad de inspiración. ¡En fin!Todo eso viene a cuento por la migración masculina, más que por el hambre, a causa de la falta de oportunidades y esperanzas generada. Eso es, más que el latrocinio desmedido por parte de mega empresarios y políticos, más que el hambre, y las múltiples promesas incumplidas, es la falta de expectativas la causa central del problema migratorio en México. Viene a mi mente aquella vieja cancionzucha que creo dice así: “Árboles de la barranca porqué no han reverdecido, y es que no los han regado con aguas del río florido…”.

https://www.youtube.com/watch?v=XNjXv4rajHE

Aquellos dos árboles continúan por sus respectivos caminos tan juntitos, entrelazados y separados a la vez, con objetivos tan distintos y resultados harto disímbolos. Claro está de que la cocinera se duele de que pese a su duro trabajo, probada honestidad y a tener una parcela y una humilde casita a su nombre, no posee bien terrenal alguno. Cabe preguntar ¿Estas dos hermanas, víctimas de la miseria, discriminación, inequidad y la migración masculina, siguen caminos paralelos? FIN

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