Querido Edgar,

Desde esta antigua colección de recuerdos en un museo alemán, te escribo para refrendar nuestras opiniones al respecto de nuestra aparentemente malograda humanidad, con lo que aquí encuentro y que más o menos dice en español:

“Lo opuesto del amor no es el odio, el de la esperanza no es la duda el, de la salud espiritual y el entendimiento sano entre los hombres no es el pecado y el de la memoria no es el olvido, sino en cada caso, la indiferencia”. (E. Wesel)

Pero querido Edgar, ¿no acaso doblegamos la fuerza de esta ciertísima idea, con nuestro siempre intencionadamente sano y amoroso obrar con respecto a los demás- sanos y enfermos, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, pobres y ricos, nacionales y extranjeros?

Continuaré escribiéndote hasta que este hermoso viaje llegue a su fin.

Desde Dresde te saludo,

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