Estimada Amelia:

Cuentan que antaño hubo un soldado que partió, fue llamado a cumplir con su deber. Con ello dejó atrás a su amada, sus hijos, una vida, y se marchó. Ayer nevó como en aquel viaje, yo conducía, y tú…, tú simplemente sonreías. Entonces encontré la fotografía que mando a modo de postal, pensé en la nieve que disfrutamos aquel día, ya fundida, y lloré, no tanto por la añoranza como por no poder recordar tu lejana voz o el sonido de nuestras risas acompasadas. He dejado atrás algunos sueños que vine a cumplir, me lo estoy tomando de otra forma, desecho anhelos como quien elimina algo de una lista de tareas.

Tal vez te escribo en busca de ánimo y refugio, o, quizás, para recordarte que te quiero y que estoy contigo como la arena dentro del reloj. Temo que pronto volveré igual que me fui, más valiente, pero con menos fuerzas, absorbida por la melancolía. Cuando llegue, abrázame y no me sueltes. Espero sigas animándome a correr, pero ya nunca tan lejos.

Te quiero.

PD: dile a mamá que estoy muy bien, que todo es genial y el paisaje es una maravilla. Dile que la quiero mucho.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS