El tiempo está agotado en su tarea recalcitrante de crear la ilusión de justicia, en un mundo regido por el caos y el azar. En un modelo probabilístico y bajo un análisis temporal, aparece aquella quimérica ilusión. Pero es solo un concepto social muy lejos de la naturaleza.
El tiempo, en su paso deja videos de aquellas fotos, y convierte hechos y relatos, en historia y mitos.
Las causas y las consecuencias se conocieron gracias al tiempo, sino quizás nunca hubieran cruzado ni una mirada.
Como dijo Mario Benedetti, 5 minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.
Allí, en un mundo donde nada se mueve, nada ocurre, en plenitud de la serenidad, el tiempo no se detiene, tan solo comienza a hacer cosquillas, a generar tensión hasta que algo sucede o alguien piensa que no soporta el exceso de estatismo, y allí el tiempo festeja su poder.
El tiempo deviene en movimiento como el sonido en música.
“aquí estoy en Venecia…”, escribí en esta carta del 89, ahora que la leo pienso que hay tantos tiempos en paralelo. Ya no estoy en Venecia, ya no escribo cartas, ya no soy aquel…pero en la carta me veo tan presente, tan feliz… Hoy cuando la leo, aquel tiempo en Venecia, cuando escribí la carta, cuando la leyeron por primera vez, allí hay pasado, presente y futuro mezclados y confundidos. Debe ser por eso que es tan fácil viajar en el tiempo.
Los hechos ocurren y no precisan del tiempo, tan solo el hombre lo utiliza para ordenarlos, explicarlos y predecirlos. Es así como el observador termina siendo artífice necesario del tiempo, y en tal sentido nunca habrá un tiempo absoluto.
Por ende, no hay tanta diferencia entre dios y el tiempo, sin ir más lejos Pitágoras aseguraba que el tiempo era el alma de este mundo. Einstein, por su parte, aseveraba que el tiempo es sólo una ilusión, tal como lo es dios. Esas ideas que el hombre crea porque puede hacerlo, porque es inteligente y sabe que le conviene.
Más profundo y enajenado de las matemáticas, Borges dice “estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo”. La vida podría ser perfecta, justa y equilibrada, pero su finitud la confina.
Al fin y al cabo, solo el fin da sentido al tiempo, sino fuera por él, no sería un factor determinante en ningún caso. Nuestra conciencia de que existe un límite, un ocaso, le han dado soberanía.
Para mí, el tiempo son los pasos de una marcha inexorable y despiadada hacia el olvido. Después de la vida, no hay fin en la muerte, allí aún hay agonía, pero la verdadera evanescencia, es cuando llega el olvido.
La nostalgia, la melancolía y el aburrimiento son las palpitaciones de la existencia, esa sensación incómoda que percibimos cuando se nos hace consiente la marcha del tiempo.
“Todos caminamos hacia el anonimato, sólo que los mediocres llegan un poco antes.”. J.L. Borges.
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