Si llega a tus manos esta misiva, sabrás que ya no hay vuelta atrás. Guardé tu secreto de la misma forma que una joven oculta a los ojos de sus padres sus primeros amores, pero ha llegado el momento de acabar con este horror. Testigos presenciales me señalan como causante de crímenes atroces, aunque eres perfectamente consciente de que yo no soy el responsable. Todo empezó con aquella inocente niña que maltrataste sin piedad. Fue ahí donde me di cuenta de que el proyecto se me había ido de las manos. No aguanto más. He decidido poner fin a esta tortuosa existencia. Solo así tendré la certeza de que esta pesadilla tiene un final. Cuando tú naciste, yo dejé de existir, y ya que el cielo me ha sido vetado, odiada dualidad, juntos nos pudriremos en el infierno.
Henry J.
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