Preparas tu maleta sin prisas. Siempre viajaste ligera de equipaje. Echas un rápido vistazo a tu casa, a tus cosas. Todo en perfecto orden. Esperando la visita que nunca llegará. Bajas al portal. No quieres hacerle esperar. Te regala su sonrisa vestida de blanco y te ayuda a subir. ¿Adónde esta vez? Le enseñas la guía de Canadá. Serán muchos días.
Los ojos de él supuran lágrimas mientras la lleva, sin la sirena ni las luces, a su verdadero destino.
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