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Hijita:

Sabrás que la piel arde con los litigios de mis penumbras. No voy a mentirte, hay días en que quiebro y no puedo más del llanto. Pero hoy no es uno de ellos. De hecho, hoy estoy extasiada. Fíjate que coincidencia hijita; un poco antes de querer… Bueno, ahora es distinto.

Te contaré:

La cita fue en la Nunciatura. Traje conmigo la aprobación, un Chéchere de a peso y claro – ¿Cómo podría dejarlos? -los recuerdos de Mamá, Papá y, sobre todo, de Dagoberto; que tanto daño me han hecho. Mi vestido me pesaba hijita. Pero aun así quise verlo. ¿Recuerdas como son mis arrebatos? Ya sabes como soy: la vida es un carnaval.

Él vino desde el Bajo Flores a abrazarme. – !Justo a mi! – y entre sus brazos me dijo: «Consuelito, la tranquilidad del alba es igual a la lucidez de la noche». Que palabras más sabias. !Y ese estrujón!. Ese que sembró en mi y llegó hasta Roma. Como un terremoto. ¿Lo notaste hijita? se sintió como un milagro; uno que resucita; uno lleno de vida. !Ese Francisco ha de un ser santo!

Si estuvieras acá conmigo…

Posdata:

Hijita, te perdono y te quiero.

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