El orden no implica nada.
1
Antes de dejarla,
sola, fría, en mi bolsillo.
Antes de olvidarla.
De cambiarla,
por otra o por otras.
Recuerda que, esta mano
que hoy te escribe,
durmió en tu piel.
2
Intenté ser músico.
Mis manos
eran un racimo de torpeza.
Intenté ser futbolista.
Mis pies
eran de pasto.
Ahora intento escribir
y, al menos,
el cuerpo me acompaña.
3
Poema…
se lo piensa,
se lo imagina,
se lo idealiza,
y uno está consigo mismo;
se lo escribe,
se lo divulga,
se lo publica,
y uno está con el otro.
4
No…
Yo no miento, oculto.
Yo no desprecio, valoro.
Yo no engaño, soy infiel.
Yo no odio, soy cruel.
Y así dijo la Justicia,
sentenciándome
a un pesimismo perpetuo.
5
Decir tus voces.
Escuchar tus silencios.
Ver tus sombras.
Oler tus movimientos.
Me duele.
Tocar tu ausencia…
me destroza.
6
Entre nosotros había…
silencios,
misterios,
subterfugios,
suspensos,
trajines,
escondites,
crepitar de incertidumbres.
Y un derrumbe de verdades,
nos dejó vacíos.
7
Entrega:
Para tu piel
Un racimo de roces
Para tus senos
Un cardumen de manos
Para tu sexo
Una jauría de lenguas.
8
Lo que el oasis hace al desierto.
Lo que el sol al invierno.
Lo que el pájaro al cielo.
Lo que el fruto a la boca.
Mucho menos
de lo que me provocas.
9
¿La mujer? Sí.
¿El hombre? Sí.
¿El negro? Sí.
¿El blanco? Sí.
¿El ateo? Sí.
¿El creyente? Sí.
¿El pobre? Sí.
¿El rico? Sí.
… y cuando el día
se disponía a dormir,
un estruendo de luz
me dio la buena nueva:
la lluvia no discrimina.
10
Una vez sonido,
la palabra se olvida de la boca.
Una vez en la arena,
la espuma olvida el mar.
Una vez en el aire,
la lluvia olvida el cielo.
Ya ves,
no puedo pretender
que no me olvides.
11
Yo leo, leo mucho.
Y cada vez que llego
a los puntos suspensivos,
los relleno de cosas:
finales,
ideas,
sonidos,
futuros,
mujeres,
sueños,
principios,
…
12
Es que hay un libro perdido en el estante
con la garganta abierta llena de tintaseca
con las letras latiendo, alguien lee
con la punta de la lengua para
humedecer las sílabas, lee
quiere entender, con las manos abiertas
y el sueño cerrado, se pierde
sin más certezas que la siguiente palabra.
13
No tengo a dónde ir.
Las lunas suceden fugaces
El péndulo de todo mí ser
Es lento,
Es constante,
Es pesado,
Y golpea con sus ecos
Las frágiles paredes de mi espera.
14
Una aguja dice ahora
y empuja
a otra aguja delgada de un reloj
con visibles antojos de futuro;
porque desde aquí escucho
las alarmas
siempre hay un péndulo dispuesto a abanicar
el apuro de un día aún dormido.
Con la noche
aparecieron los habituales
gritos de la calle.
El perro, el borracho y la fulana
no han faltado a la cita.
Oscura, calle cercana.
La noche, ese libro que se reescribe,
se relee y
se reedita.
La calma.
El borracho acaricia al perro,
la fulana al borracho.
La noche nos acaricia a todos
sin celos, sin prebendas
ni prejuicios.
15
Como si fuera una moneda
contante y sonante
como si fuera una colorida ficha
arrojada sobre el verde paño
uno apuesta su fe
en unos cabuleros números
en uno de los tres mil dioses
en un político carismático
en un cuadro de fútbol,
uno deposita la fe
en esos ilusorios bancos
a plazo fijo
en esta humana manía
de dejarse embaucar
por unos pocos gramos
de felicidad.
16
Una vez que estaba seguro en su piel, caminé,
alegremente anduve fuera de ella.
¿Cómo iba yo a saber?
Apareció otra piel, justo al lado.
Me resultaba familiar,
Aunque yo, ya estaba cansado de lo viejo.
Durante aquel momento se paseaba por ahí
con sus senos perfectos,
con su vientre simétrico
con sus cabellos de seda
de pronto anhelaba
el amorfismo de las cosas,
las fronteras inexactas,
En lugar de vivir en esa piel llena de apariencias,
Me gustaría volver a tocar todos tus errores de Paraíso.
¿Es eso posible?
¿Lo es?
Ya ni siquiera veo su sombra.
Ya me he olvidado de la tentación.
Besos tus pies y me arrepiento.
17
Pienso en ti
al caer la noche
con la mirada perdida en las luces
del tráfico de una calle lejana.
Hay algo más allá;
es el río, en el negro horizonte
donde nuestros huesos van descalzos,
y sólo unas alas
grises y negras
levantan el vuelo
para poner rumbo entre los árboles,
las flores silvestres marchitas,
y la quema de la hierba seca, altas,
se mueven.
18
Pido
desde las profundidades de la soledad
desde los abismos de la espera,
desde los pozos del alma pido.
Si vienes a mi piel,
Amiga, hembra, mujer.
Trae contigo una hoguera
Y una ventana
para que el deseo nos funda
y empañe los cristales.
19
A lomo de mujer
sea dama
o hembra
o puta
o santa
quiero cabalgar
hasta las esquinas más lejanas de la tierra
allá
donde la luz no se cansa
y el amor no se desvanece.
20
Estás ahí
Desnuda
Frente a mí
Si me miras
Prepárate para la lluvia
Si me hablas
Prepárate para el viento
Eso sí, si me tocas
Prepárate para la tempestad.
21
Entrar en ti
Y volver a sentir
En nuestras lenguas
Aquel palpitar de abejas
De nuestros sueños
Y caminar en deseos
Por la piel
De las manos que nos guían
Con sus aguijones
De sangre
De carne
De vida
E incrustarlos en tu alma.
22
Se la vio caminar entre sueños
Con sus largas piernas
Camino arriba
A monte
Aun con gotas de espesa lluvia
En los labios
Amaron a la virgen
Cuando la luna dormía
Nacieron a la hembra
Pura
Intensa
Mujer
Y ahora
Nada
Ni nadie La detiene.
23
Aura
Mujer
cuerpo sin cuerpo
incorpórea
incorporada
aura de mis auras
azul de mis nieblas
soplo de aire
vicio de tormenta.
Suceso
que solo acontece
en los sueños
o en los poemas.
Hembra invencible
de acción y pensamiento
inmarcesible:
cómo me ardes,
¡cómo enciendes
con tus aguas abiertas
toda mi sed,
todos mis fuegos!
24
He padecido la peor de las muertes
que un personaje puede padecer:
La indiferencia.
Que las rotativas de la tarde
me eludan y me ignoren en negritas.
Los medios me parieron para el circo
mediático y brillante de la escena,
para las luces, la marquesina, el micrófono,
la gigantografía.
He fallado. No salgo a la hora y pico.
Eco no fui de las voces anónimas.
Del feriante o la vendedora de flores.
Del lampacero o el comerciante.
Mi voz se dedicó a tejer buenas noticias,
y el hilo es muy corto y opaco
en esas circunstancias.
Me dieron la oportunidad.
No la supe aprovechar.
Aún tengo la foto (primera plana)
aquí en mi costado.
A veces la miro y tarareo:
La vergüenza de haber sido
Y el dolor de ya no ser…
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