Era a mediados de febrero, en una oficina contable, el jefe le llama a su secretaria.

— Paula, necesito me traigas los documentos del cliente nuevo.

— Si patrón al momento… aprovechando el momento, ¿puedo pedirle algo?

— Adelante ¿Qué necesitas?

— Mis vacaciones.

— ¿Cuántos días vas a tomar?

— Los que necesito para hacer una viaje, para ver a la virgen del Rosario en Talpa.

— ¿Al pueblo de Talpa?… ¿serán, como tres días?

— No jefe, yo ocupo ocho días, mínimo.

— ¿¡Ocho!? ¿Te vas a ir de rodillas…?

— No, a pie.

— ¿¡A pie!?

— Si, a pie, me voy con la gente de mi barrio.

— ¿Y cuántos son?

— ¡Huy! Pues han de ser, como trescientos compañeros.

Paula le explicó como es la peregrinación, para ir a ver a la virgen milagrosa.

— ¡Debería de ir patrón, es bonito!

— ¡¿Bonito?!…no, no lo creo, además yo no le pegué a mi madre para hacer esa penitencia.

— Yo tampoco señor.

— Entonces, ¿porque vas?

— Pues, es difícil de explicar, pero las personas que van, vuelven a ir.

—Pues yo estoy bien con mi madre, ella también va, pero en vehículo. Pero, tómate los días que quieras, ¿cuándo se van?

— En dos semanas.

Días después, preocupado, el Contable le dice a Paula.

— Tengo un problema familiar, y en los siguientes días, voy a trabajar desde mi casa, necesito me lleves allá la documentación de los clientes.

— ¿y luego?… ¿qué pasa, patrón?

— Es que Toña, mi esposa, después de procrear tres niñas, se volvió a embarazar, la sorprendí llorando, porque ya no quiere tener más hijos, y quiere abortar, me dio miedo, traté de convencerla, pero…

— No se preocupe, mañana que vaya a su casa,yo platico con ella.

Días después, cuando estaban desayunando, la esposa le dice:

— ¿Vamos a Talpa?… –Él, sorprendido, le contesta.

— ¡Vamos!, Nos vamos desde el sábado, dormimos en mi pueblo, y el domingo le seguimos.

— No, yo quiero ir a pie.

— ¡¿A, pie?!…. –Él, se quedó pensando un momento.

— Ayer que fui a la iglesia, me encontré a Paula, y me invitó.

— Ha ya caigo… -Enseguida, le contesta decidido.

—Bueno, pues si quieres ir, vamos.

Llegó el día de la salida, partieron en pleno mediodía. En la primera jornada, lo caminaron juntos, con Paula, y otras dos personas más, el resto de la gente, iban en otros grupos dispersos. Al término de la primera jornada, llegaron a un pueblo, y durmieron en una casa vieja y, grande. El Contable llegó muy cansado, y mugroso, después de bañarse,se acostó en un “tendido” que le había preparado su esposa, en un momento que quedó solo, llegó Paula.

— Patrón… mañana,nos vamos a ir, Toña y yo, con unas amigas, y usted, se va con el “Gasolino”, “el Verdugo”, y los demás.

— ¡Ha carambas! ¿Y por qué?

Sonriendo, Paula le dice:

— Es que usted camina lento, y Toña, camina rápido, además, todos llegamos a donde mismo.

— ¿Oye Paula?… acércate, acá entre nos… ¿Cómo fue que convenciste a Toña?

— Le dije que caminando mucho, podría abortar, pero usted, no le vaya a decir nada.

— ¿¡Y es cierto eso!?

— ¡Cómo cree! – Le dijo Paula, poniéndose de pie, y sonriendo, se fue.

Al siguiente día, al término de la jornada, el Contable llegó muy cansado de las plantas de los pies, y de los tobillos, esperándolo, Paula le dice.

— Patrón, aquí, hay que comer bien, porque arriba “habrá o no habrá”.

— ¡¿Arriba?! ¿Cómo arriba?…

— Sí, ya mañana empezamos a subir la montaña, pasamos pueblos muy pobres, y la comida no es muy buena, solo huevos de gallina, y carne de cerdo.

Las jornadas siguientes fueron un sacrificio, mientras que otros caminantes sufrían de ampollas, el Contable sufría por las rozaduras que se le habían hecho en la entrepierna. Por fin, después de pasar muchos pueblos, llegaron a Talpa, muy cansados todos, entraron a la iglesia, y apoyándose en un palo, el Contable, apenas se sostenía en pie, pensando, se dijo asimismo…

— “Debí quedarme afuera, yo no sé qué hago aquí, estoy muy cansado, esto es un sufrimiento, y ni una banca hay para sentarme, es la primera vez que veo una iglesia sin bancas.

Por lo cansado, no reparaba en las demás personas, la iglesia estaba llena, sorprendido, observó a su compañero de camino, el “Gasolino”, quien estaba llorando; más adelante, también lloraba el “Verdugo”, quien había caminado descalzo la última la última jornada; de pronto, el “Gasolino” se voltea, y con lágrimas en los ojos le dice.

— ¡Hermano, en estos momentos!, pídele a la virgen lo que más desees, y ten la seguridad de que te lo concederá, porque este sacrificio de tantos días viniendo a pie, es la mejor ofrenda a la Virgen.

Entonces, el Contable, descubrió al fondo de la iglesia, la imagen de la Virgen milagrosa,se quedó mirándola fijamente, de pronto, quizás por lo cansado, sintió que la imagen empezó a crecer de tamaño, después, sintió verla más cerca, por una fuerza extraña, caminó unos pasos, y desde muy dentro de su corazón, dijo: —“Virgencita milagrosa, si es cierto lo que me dicen, te pido… que me des un hijo varón, y te prometo seguir viniendo a verte, contra todos los obstáculos que se me presenten… deveras virgencita, te lo prometo”.

De pronto, vio que el cura que ofició la misa, pasaba por un espacio que le habían hecho los peregrinos, y los rociaba a todos con agua bendita, después, empujando gente, llegó a la salida, Toña y Paula lo estaban esperando, se veía que Toña había llorado, Paula aún lloraba.

En el siguiente diciembre, en la cena de Navidad, reunidos toda la familia, el padre de Toña, le dice al Contable: — ¡”Vale”!, a este niño, solo le falta tu bigote, hasta parece que tú lo pariste.

FIN

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS