Alucinación devota

Alucinación devota

“Coco”

05/09/2019

Mezcla de “activo” con fé, de “mota” y alcohol, con pasión. Invasión de olores, creencias y adicciones. Fé a prueba de..¡cansancio! De caminar por cerros, pendientes resbaladizas, lodo. Un recorrido de casi 20 horas entre bosques aserrados por talamontes y contaminados con basura de quienes van por el perdón de sus pecados. Por los que tienen malas acciones y destruyen, ensucian lo natural. Cruzar en la penumbra del Ajusco, con esa mezcla de alucinaciones y humo de leña. Entre la adicción y la creencia. Entre la pasión y el gusto por lo prohibido. Entre “limpiar” pecados y emanar sudor, fervor hacia el “señor de Chalma”. Llegar a Agua de Cadena, tras seis horas; luego crecer a ocho para arribar a Santa Martha; después dos horas más hacia Oculan para entrar a Ahuahuete, cruzarlo en cuatro horas hasta llegar e hincarse ante él. Pedir perdón; jurar y emanar olor a crudo, a solvente. Antes, en “Las Cruces” varios descansos para inhalar “activo” que aturde y hace hasta caer; para fumar mota, empinarse el alcohol, el pulque o la cerveza. Para otros, descansar y buscar relevo para el nicho y la imagen. ¿Y ella? Los ve desde lo alto de esa montaña y en medio del humo de cohetones. Mira a sus hijos, a sus hijas. A sus niños. También, silenciosa la imagen de la Virgen de Guadalupe, observa su caminar cansado. Su sacrificio contaminado de drogas, de adicciones, de humo de mota, de cohetes, de ¡devoción! Vienen desde Iztapalapa, también de Culhuacán, de Xochimilco y de pueblos circunvecinos del Estado de México. Los de a caballo también llegan. Sus cuadrúpedos a veces resbalan y los peregrinos les dan paso, los rebasan y los dejan atrás. Todos van con su arrepentimiento de pecados sobre la piel. A veces caen, a veces pujan por el esfuerzo; a veces cuentan chismes y ellas se “comen” al prójimo. Hablan de todo. Miran y juzgan, pero van a “pedir perdón”. Y él, allá en la iglesia los espera, sabe y les advierte: “no deben ser ¡hipócritas!”. Ni como un vaso: limpio por fuera, pero, ¡sucio por dentro! Ni juren, no se burlen de él. Mientras a ella la dejaron atrás, ahí, viendo sólo su transitar, muchos con esa inconsciencia de miradas perdidas. Nubladas por las drogas. Y él, en su homilía los fuetea, los flagela con sus palabras. Los sentencia: ¡no se dejen arrastrar por las adiciones! Muestren su fé con actos. Y luego, luego, todo en el olvido. Afuera comerciantes “pecadores”, abusivos, sin fé, sin respeto al ¡No robaras! Y siguieron las drogas, el alcohol, que los ayudó a olvidar promesas y bailar con la sonora Maracaibo.


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