De las cuatrocientas mil exploradoras que cubren este sector de la galaxia, me tenían que elegir a mí para supervisar P.M.O.P-425320-C32-S20 o en uno de sus muchos lenguajes nativos: “Tierra”.
Odio ese planetucho, detesto tener que ocupar un cuerpo biológico y respirar su aire pestilente, además el planeta está apestado de homínidos, de solo ser un par de cientos de miles pasaron a ser miles de millones en un cortísimo período de tiempo. Parte de mi misión será preparar el terreno para una desinfección de estos elementos antes de que sea demasiado tarde para las demás formas de vida.
Me transporto como siempre mediante un haz de luz, el viaje solo dura cinco minutos a través del atajo de dos agujeros de gusano convenientemente apuntados. Me materializo dentro de un gran conglomerado homínido, una especie de colmena donde millones de ellos hacen vida y se multiplican sin parar. Soy ahora una mujer en plena etapa fértil y muy atractiva para el sexo opuesto, lo que me da una ventaja determinante a la hora de manipular a individuos influyentes. He traído conmigo un kilogramo de oro de alta pureza dividido en pequeñas barritas rectangulares, lo que me permitirá obtener todo tipo de recursos para mantener mi nuevo cuerpo saludable. Me he instalado en un gran piso amoblado en un barrio privilegiado por el precio de media barrita, una ganga.
Después de unos meses la primera parte de mi misión ya está cumplida, he logrado mezclarme entre ellos sin que lo noten. Mi siguiente paso es acumular datos ambientales para enviarlos al centro de comando interestelar. Lo que he recolectado hasta ahora es demoledor, en solo veinte años (revoluciones a su estrella) serán más de diez mil millones de individuos, ocupando casi todos los espacios del planeta, consumiendo los recursos y exterminando al resto de las especies con quienes comparten hábitat. El otro problema grave son las armas que han construido a lo largo del último siglo, solo con la finalidad de destruirse mutuamente. Si en un futuro cercano son capaces de desarrollar tecnología híper espacial, es claro que tratarán de subyugar y colonizar otras formas de vida y planetas.
En pocos meses logré obtener gran cantidad de información, la cual envié oportunamente, junto con la recomendación de remover por completo a toda la raza y reinsertarla en forma primitiva y básica en unos dos millones de años, tiempo suficiente para la recuperación total del medio ambiente. Será necesario criogenizar y conservar ejemplares de las distintas sub especies que surgieron por adaptación climática, los cuales se mantendrán en el muestrario galáctico de vida inteligente.
La central me recomendó quedarme un tiempo más por si encontraba información adicional que pudiera ser relevante. Me dediqué a recorrer el planeta y a interactuar lo más posible con todo tipo de personas. Es de hacer notar que hay grandes grupos que reconocen el problema de la sobrepoblación, la guerra y el abuso en el consumo de recursos como un posible motivo de extinción. Ven con suprema inocencia que la humanidad está condenada, no se imaginan ni por un momento que sí lo está, pero a través de la aplicación de un exterminio masivo profiláctico.
Recibí por fin la orden de marcharme, el operativo de limpieza del planeta era ya inminente. Pedí y obtuve la autorización de presenciarlo In situ y abandonar mi cuerpo en el último momento. Es sumamente interesante ver a grandes cantidades de personas continuar con sus vidas normalmente sin siquiera pensar lo que les sucedería a continuación. Tomé nota audiovisual detallada de las últimas actividades humanas antes del inicio de las operaciones de reequilibrio vital del planeta.
A las pocas horas llegó el escuadrón interestelar de saneamiento e higienización biológica número 612, compuesto de cuatro naves nodriza y cuarenta mil unidades fumigadoras que se desprenden de estas. Muy pocas personas notaron la presencia de estos vehículos ya que su trabajo se llevó a cabo a gran altura. Se había desarrollado un compuesto exclusivo que apuntaba a un gen que solo poseen los humanos y completamente inocuo para las demás formas de vida. Esparcido uniformemente en las capas superiores de la atmósfera producía primero adormecimiento y luego una muerte por asfixia cutánea y respiratoria muy rápida; el individuo muere mientras está sumergido en un sueño profundo. Lo último que vio la mayor parte de la humanidad fue el cielo tornarse poco a poco en verde, sin tiempo para entrar en pánico ya que para ese momento el aire estaba plenamente saturado del compuesto. Tuve la oportunidad de presenciar los acontecimientos desde el centro de una gran urbe. Al instante de la gente empezar a desplomarse, activé mi dispositivo de transporte y en menos de un segundo me encontraba ya en una de las nodrizas.
En una hora habían dejado de existir ocho mil millones de seres. Luego vino la etapa de aniquilación puntual para aquellos que se encontraban bajo tierra o en las profundidades oceánicas. La nave se colocaba directamente sobre ellos y un rayo láser muy potente lo atravesaba todo y llegaba hasta ellos, provocando una muerte indolora e instantánea. Finalmente, tuvo lugar la desintegración de los cadáveres con bacterias de alta velocidad consumidoras de carne humana suspendidas en el mismo agente fumígeno.
Ya de vuelta en la central y en espera de mi próxima misión, me entretuve observando los especímenes recolectados, exhibidos como la gran novedad del muestrario, hombres mujeres y niños de distintas razas yacían criogenizados con rostros serenos y apacibles.
Dentro de un par de millones de años serán trasladados a su hábitat natural, con las memorias limpias de todo conocimiento científico y cultural. Con un poco de suerte evolucionarán correctamente y serán admitidos como miembros de pleno derecho en la comunidad universal.
Fuente de la ilustración: Tarique Aziz
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