El silbido de la pava anuncia que el agua se hirvió, el mate ancho está preparado. Julián con audífonos muy atento a la voz del periodista.

— ¡Puta madre agua hervida, todo por escuchar a este Longobardo!

Agrega un chorro de agua fría, vuelca al costado del mate el agua supuestamente a punto, la espuma va fluyendo, hunde la bombilla en el lugar exacto…comienza a saborear el primer mate— ¡Está perfecto!— pone el agua en el termo, se sienta, apoya en la mesa el equipo de mate; Longobardo termina su resumen político y le toca el turno al sapo Villa, el contador de chistes. Curiosamente el cuento es tema del cual Julián se siente protagonista

— Estaba el nieto en la casa de los abuelos, trae una pelota desinflada y le dice a la abuela…Abu ¿No sabes dónde está el inflador de pelotas? la vieja le contesta… ¿El inflador de pelotas? ¡Lo mande al mercado, a la verdulería y a pagar unos impuestos, dentro de dos horas vuelve!—

Se escuchan las risas de todos los integrantes del programa, y Julián con una mueca dice— ¡Inflador de pelotas…sapo,anda a la puta que te parió vos y tus chistes!—

— ¿Qué haces Julián? Lo único que te faltaba que hables solo. — Es Elena su esposa con salto de cama y cara de recién levantada.

—Tan temprano levantado y escuchando radio ¿Qué pasa? ¿no hay sueño? son las seis y media

—Y no, siempre me levanté a esta hora, tantos años uno se acostumbra ¿Querés un mate?

—Sí pero con azúcar

—Ah no yo lo tomo amargo, esperá que te preparo el mate enlozado y tomas a tu gusto.

Le sirve el mate azucarado

—Estaba pensando en cuanto hace que no hacemos un viaje.

— ¿Un viaje?

—Si un viaje, como antes cuando nos íbamos de vacaciones a la costa.

—Vos te quedaste en el tiempo…¿Y con qué plata vamos a ir? Con tu jubilación y la mía apenas llegamos a fin de mes, además ¿Quién se ocupa de Laurita, Claudia trabaja y no tiene a quien dejarla, la cuñada dijo que no porque también trabaja, y el padre… ese tiro al aire que se acuerda de su hija cuando quiere.

Julián piensa, toma otro amargo.

—Bueno no se, por unos días que la lleve al trabajo, hay guardería ahí, pero ustedes se empecinaron de que no, que está mejor en la casa de los abuelos.

—Es nuestra nieta, así que no voy a dejarla porque ahora al señor…se le ocurre hacer un viaje, si queres viajar, anda solo, sacá un préstamo y la cuota pagala con tu jubilación.

—Pero…quiero que vayamos los dos, vivimos metidos en esta caja, los domingos vienen todos, y nosotros siempre de locales, uno tiene derecho a salir no?

— ¿Qué estas queriendo decir? ¿Que te molestan tus hijos y tus nietos? Ah bueno era lo que faltaba, que no puedan venir a la casa de sus abuelos.

—Yo no te dije eso.

—No hace falta que lo digas, se nota en tus pretensiones…viajar, por favor…yo no voy a alejarme de mis hijos y mis nietos por un capricho del señor.

— ¿Entonces viajar nada?

—Ya te dije, si se despertó tu espíritu aventurero, bueno andate solo.

Elena se levanta, abre el cajón del bajo mesada saca un bolígrafo y un papel, hace anotaciones y se la entrega a Julián.

—Esto es lo que necesito para el domingo, ya tenes para viajar ¡Ah! Otra cosa, cuando vayas a la rotisería decile que el tuco que te dieron la semana pasada estaba fuerte que te preparen de otra calidad que se fijen bien porque bastante caro nos cobran las cajas de ravioles.

Las nueve de la mañana y Julián bolsa en mano sale de compras, recordando los pedidos y mirando la lista. Una vidriera llama su atención, es una agencia de viajes con un gran afiche, Tour en avión Cataratas, Rio ida y vuelta hotel con media pensión.

Mira las fotos de las cataratas y del pan de azúcar, y se ve sentado en primera clase lentes oscuros con un trago largo mirando la formación de las nubes, y siguiendo las indicaciones del comandante del vuelo — ¡Su atención por favor informamos a los señores pasajeros que en diez minutos aterrizamos en Foz do Iguazú, rogamos ajustar sus cinturones!…Your attention please…

La voz de una empleada de la agencia lo despierta

— ¿Lo puedo ayudar en algo señor? tenemos vuelos charters para jubilados si le interesa.

— ¡Bueno, después vengo! muchas gracias— y sigue su camino de regreso.

Llegó el domingo, la familia, está de sobremesa; Julián en la cabecera escuchando quién miente más , quien se compró el abrigo más caro, quien estuvo en el Alto Shooping y quien en el mercado chino. Elena interrumpe la conversación que se ponía áspera.

— ¡Ah no les conté la última locura de mi marido!…quiere que hagamos un viaje.

Claudia su hija mayor es la primera en saltar.

— ¿Un viaje adonde?… ¿Estás loco papá y a Laurita con quien la dejo?

—Fue solo un pensamiento en voz alta Claudia, no vamos a viajar a ningún lado, quedate tranquila.

—Ah bueno, porque hacer un viaje a tu edad a ver si te pasa algo.

Una mueca irónica brota de Julián, se levanta y dice.

—Permiso ya vuelvo.

Entra en su habitación, saca una valija de ruedas debajo de la cama, se pone un abrigo, deja una nota en la mesita de luz y sin apoyar las ruedas sale lentamente. Nadie nota su ausencia, los hijos y cuñadas siguen conversando y sus nietos entretenidos con los juegos del celular; camina por el pasillo a la salida, ya está en la calle, saca de la campera sus lentes oscuros, camina media cuadra, llega a la avenida y sube a un taxi…

— ¿Adónde va jefe?— Julián mira hacia su casa, gira, mira al chofer…

— ¡Al aeroparque por favor!

Fin

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