—¿Qué haces, Serafín? —preguntó la inaudible voz de mi conciencia— ¿De veras estás escribiendo un relato para entrar en el… —¿cuál es? —… el cuarto relato de historias del viaje? No me lo puedo creer. Pero ponlo así, con letras y todo en minúsculas, y no te andes con la pamplina de usar números romanos, que habrá quien lea «iv» en vez de «cuarto»; si es que hay mucho lelo por aquí. Pero, por Dios y por todos los clavos de Cristo, ¿no habías decidido no participar esta vez? Pero si te pillaste un cabreo del quince con el último concurso, joder —¡uy! Perdón—. Sí, con tu «El gran viaje de Edu», ese relato que lograste escribir con quinientos caracteres justos y llenaste de ilustraciones; todo un logro, ¿verdad? Pero, ¿qué te pensabas? ¿De verdad esperabas alzarte con el primer premio? Ja, ja. ¡Ay, Serafín, pero qué iluso eres a veces! Concursar, permíteme que te aconseje, debe sugerirte participar, colaborar, formar parte de… y etcétera, pero has de evitar el ansia de triunfar, créeme. Lo mejor de andar el camino es disfrutar a cada paso; caminar por el hecho de alcanzar un destino no te deja ver el paisaje ni disfrutar de él. ¿Que no te hable con metáforas? Pero si sabes perfectamente qué te estoy queriendo decir, y te estoy diciendo que escribas porque te gusta escribir, que participes en los concursos porque, al menos así, la gente leerá lo que escribes; no eres Pérez Reverte, ni Dan Brown, ni Almudena Grandes, ni Ana María Matute, ni Vázquez Figueroa —por citar algunos—, ni ningún escritor medio conocido, eres un, te lo silabeo, a-fi-cio-na-do. ¿Dónde vas a encontrar y a tener más lectores que en este club? Ya te han leído muchos —y muchas; no olvides el género femenino—, y en los comentarios que los compañer@s —así, con arroba ,quedan recogidos los dos géneros— hacen sobre tus obras destaca la buena crítica, y, lo mejor de todo, tienes muchos seguidores. ¿Qué más quieres? Sí, ya lo sé, te gustaría que tu creatividad y tu hiperactividad te dieran su fruto en forma de obra reconocida por las masas. No pintes castillos en el aire. Eso solo le pasa a uno de cada… ¿diez mil? No, Serafín, no hay que buscar el triunfo, el éxito, el reconocimiento o la fama, hay que procurar ser feliz con aquello que te gusta hacer y a ti, entre otras cosas, te apasiona la escritura… es lo que más te apasiona. ¿No te gusta tener un libro entre tus manos y pasarte horas leyendo? ¿Lo haces con el afán de que te premien tu labor? No, ¿verdad? Me atrevo a decir incluso que no le llamas labor o trabajo a eso, sino que lo haces porque disfrutas y gozas haciéndolo. Pues haz lo mismo con la escritura: déjate llevar por tu musa y dale rienda suelta a tu inspiración… y escribe, que no te importe crear una y otra historia, aunque nadie las lea. Si tiene que llegar el momento de que se te reconozca alguna de ellas y te lance al estrellato, llegará, pero no malgastes tus ideas ni tu tiempo esperando ese premio para sentirte realizado, simplemente escribe, Serafín, escribe.

—Eso hago, Conciencia, si lo sabes igual que yo… ¿A qué cojones (perdón, no lo diré más) viene darme el tostón que me has dado? Si ya tengo cincuenta y muchos años, leñe, que no acabo de caerme de un nido, que todo en esta vida me lo he tenido que ganar con el sudor de mi frente, que sé que no es fácil que se cumplan los sueños de cada individuo, que tengo asumido que en el mundo de los triunfadores ni son todos los que están ni están todos los que son, como en los manicomios. Pero, ¿por qué crees que yo ansío un premio?

—¿No te gustaría?

—No me toques los… (dije que no lo diría más) Pues claro que me gustaría, Conciencia, a nadie le amarga un dulce, pero eso no significa que escribo y publico en este club persiguiendo que el jurado me dé un día una alegría, no te equivoques. ¡Anda, déjame de sermones! ¿Tú sabes la de obras buenas —iguales y mejores que las mías— que leo de mis colegas? Que hay muchas peores ya lo sé, pero me quedo con lo positivo, con lo que me ilustra, con los relatos que leo y me sugieren que sus dueñ@s (vuelvo a usar la arroba por el mismo motivo de antes) son escritores o escritoras que merecen más, al menos eso pienso yo, me quedo con la buena pluma de José Luis Chaparro, con la elegante escritura de Antonio Pérez Ruiz, con la narrativa de Pablo Bigeriego, con la atrevidas propuestas de Cuervo azur, con la exquisitez de Ángel Alonso Carracedo, con la sencillez de Noelia Hernández, o con la poesía de mi poetisa preferida, Moraima Feijoo… Espero sepan perdonarme tod@s l@s demás, pero, es que somos tantos…

—Oye, Serafín.

—Dime, Conciencia.

—¿Vas a concursar con este relato?

—Pues… ya que está escrito, ¿por qué no?

—Pues porque el tema a tratar es “Historias del viaje”.

—Te garantizo, Conciencia, que con lo escrito hasta aquí he hecho un viaje cargado de apoyos y de ánimos a mis compañer@s del Club, he viajado a través de las letras para llevar tranquilidad y mi aplauso a los miembros (no sé si habrá «miembras», ja, ja) del jurado por su complicada tarea y porque son menospreciados alguna que otra vez, y, sobre todo, he hecho un viaje aún más fantástico que el que hice con «El gran viaje de Edu». Besitos, Conciencia.

—Buenas noches, Serafín.

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