POR LOS CAMINOS DE ESPAÑA



HENDAYE

Detrás del muro

De carros de tren,

Confusión de vías

Y cables de luz,

El caserío risueño

De Hondarribia

Apacentado por su parroquia,

Lava su rostro

En el riachuelo.




RUTAS DE MADRUGADA

I.

Hasta Victoria, el paisaje es feraz. Montañas pobladas de pinos y caseríos de blancas construcciones altas, de dos pisos, suspendidas en las laderas. Los arroyuelos discurren mansamente y antiguos puentes, entre la maleza, muestran las trazas de antiguos caminos.

II.

Victoria, moderna y blanca, se abre en mitad de una llanura salpicada parcamente de chopos. Sencilla, limpia, con tendencia a la línea pura.

III.

Luego, el país se convierte en una inmensa llanura de un césped corto y amarillento. Escasas colinas tiñen de verde la lejanía. Aún inclinados, los campos exhiben trazas de una agricultura intensa.




LA PRINCESA MICOMICONA


En Burgos

Ha ingresado al bus

Una mujer

En lucha absurda con los años.

Su rostro, ajado por abundantes afeites,

La melena revuelta

Y su falsa coloración,

Sus vestidos coloridos

Y de corta dimensión

Acompañan un hablar pastoso,

De actriz añeja.

Bailaora de tablados

Subrepticios;

Sobre la barra, quizás,

Del Bar Micomicona,

Habrá hallado la sonrisa

Del hombre del cual habla.

Madre ferviente,

Esposa en el abandono,

Y amante ocasional,

Afecta al goce furtivo

De nigth clubs pueblerinos

Y de hostales de ocasión,

Con ese hombre que,

Si bien comprometido,

Le brinda amable

Unas horas de diversión.

La mujer que a su lado

Con amable indiferencia

Sigue el parloteo,

Pregunta al azar

Detalles intrascendentes.

La mujer soporta los inviernos

De Valladolid.

El hijo, en cambio,

Vive heladas menos ásperas

En la frontera de Portugal.

Los nietos vienen a veces

Y ella, solícita, los cuida

En espera de una llamada

Que ilumine la aridez

De sus días de vejez precoz.

Aquella mujer,

No obstante

Su cínica desfachatez,

Me parece una simple

Y muy sencilla

Lección de honradez

Propia.




PALENCIA


Sobre el muro del hostal

Un nombre: “Facundo”

Y una razón social:

“Un placer de este mundo”




GAJES DEL OFICIO

Para Máximo Durán

De camino a Montemayor

La labor del oficio

Me embarga

¿Por qué observar

Detrás del cristal

Y prestar atención

A todo lo habitual?

Vosotros los periodistas

Os ocupáis

De las cosas extraordinarias;

Por ejemplo, de que “guau”

Ha dicho la vaca;

A nosotros, los literatos,

Nos enamoran

Las cosas comunes,

Cotidianas.

Nos gustan las vacas

Que mugen en el alcor.

Pero ambos, igualmente,

Nos sumergimos

En las mismas aguas.



BAÑOS DE MONTEMAYOR

Para Alejandra Oyarzábal

Después de los Baños,

Sobre nuevos llanos,

Pastan los ganados.

En lontananza,

La sierra baja

Apenas bosquejada

Sobre el horizonte.

Algunas casas solariegas

Abandonadas.

Y yo me pregunto…

¿Detrás de esos muros

De color de tierra;

Bajo esos tejados,

Vivirán también,

Como en mi país,

Grandes familias

Que se levanten al alba?

¿Una abuela que hace hervir

El café sobre las brasas?

¿Y un anciano bueno

Que suavemente levanta

A los chicos bulliciosos

Para ordeñar, juntos

El ganado?




OLIVAR DE PLASENCIA


El bosque

Se inunda de pronto

Con enormes bloques de granito.

Uno entiende entonces

El sentido de grandeza

De las viejas ciudades.

Los hombres

Debieron solamente

Mover estas moles

Para ensamblar

Grandes monumentos.

Los berrocales son prados

Donde pastan las rocas;

Engendradas por el fuego

Y paridas por la tierra,

En la edad primera;

Educadas luego

En las escuelas del agua

Y las academias del aire.

Poblaron el paisaje

Cual rebaño rupestre.

Así, en el olivar de Plasencia

Reposan los berruecos

Y retozan los verracos.




CÁCERES


Cáceres,

La bien nombrada,

Con ecos de olifante.

A la entrada,

Una gran manada

De toros de lidia,

Los toros de Hispania,

Gruesa mancha negra

Sobre pastizales secos.

Cáceres,

La bien fortificada.

De los berrocales

-vientre de la tierra-

Emergen sus torres,

Y sus altivas almenas

Recortan el cielo.

Por eso, Cáceres

La tantas veces blasonada,

Ciudad que nació

Castro, campamento o alcázar,

Mil batallas te dieron nombre,

Mil victorias labran tugrandeza

Y te dieron escudos nobiliarios.

Y todos ellos miran,

Altivos,

La plaza.




MÉRIDA


Las orillas del Guadiana

Florecen garzas:

Inquieta y ruidosa

Nevada estival.

Y entre sus muros,

Fundidos,

La alcazaba

Y los plintos.

El acueducto

De los prodigios

Ya solo surte

Asombros.

Labor de titanes

Dar cauce a las avenidas:

Domeñar las aguas

De verano henchidas.




MONASTERIO DE GUADALUPE


Emperatriz hispana

Inmensa en su pequeñez;

Como haz y envés,

Así es

La Guadalupana.

Ante ti me postro

Con fervor

En mitad del día;

El corazón lleno

De alegría

Y de amor.

Misterios encierra

Tu sacra aparición:

Del vaquero la visión

En mitad de la sierra.




EXTREMADURA


Extremadura

Nuestra patria tutelar,

Sabe conjugar

Retama y olivo,

Taurus y Virgo,

Berruecos y encinar,

En perfecta mixtura.



DE CAMINO A MADRID


Sobre la pradera

Recién trillada

Pastan mansas

Las pacas.

Sobre laderas

Recién trilladas

Mansamente

Pastan las pacas.




MIRABEL


Campos de trigo

Recién trillados:

Manto de terciopelo

De color dorado

Y encaje de encinas.




NAVALMORAL DE LA MATA


Campos de esmeralda

Cordón de azogue

Y moldura dorada.




LEGANES


Semejan los olivares de Leganes

Ejército de enanos cabezones

Con melenas alborotadas.




EL ESCORIAL


Para Fidel

Para Felipe

Una calle separa dos mundos:

La apacible vida de provincia

De una villa de bajos muros

Que mira pasar con delicia

Las estivales brisas,

Los inviernos duros.

Al lado,

Con la vista enclaustrada

En sus patios interiores,

Más foso que explanada,

Rezan por lo bajo los priores

Y grave y taciturno

Medita el Monarca.

Ventanas en estado de clausura

Hacia puntos distantes orientadas.

Una, con desdén, mira a la Corte

De Madrid, corazón del orbe;

La otra, a la Sierra del Guadarrama.

Eje de la vida temporal

Do lo grandioso del cimborrio

Es, de lo eterno, piedra basal,

Lo más grande entre lo grande

Yace en paz, bajo el altar.

Laberinto de la fortuna

O necesidad de fortaleza,

Fe convertida en piedra,

El Escorial en uno aduna

Silente escudo ante el mundo,

Obsesión por la línea recta

Unida al placer de la lectura.

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