Un viaje para la posteridad

Un viaje para la posteridad

Cierro los ojos ante esa luz cegadora que me llama. Con los párpados bien apretados, comienzo a entretejer la urdimbre de personajes y sueños que, como gotas de agua dispersas, van cayendo sobre mi piel, hasta empaparla de una humedad que me corroe los huesos. Con las manos en cuenco, recojo la pluma, fiel compañera de lo que he de emprender y sin más demora, pliego y ordeno mis ideas, para que quepan en la maleta del mayor viaje que jamás haré… Y comienzo a escribir… En un lugar de la Mancha …

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