Los niños cantaban la canción que enfadaba al Estagirita.

La nostalgia es un error.

Ek kori korí koroné

Didáskale!

Si muriera, mujer, no me llores. Es un privilegio caer en el campo de batalla y tú has sido una buena compañera de viaje. Morir joven a tu lado me hace evitar una larga vejez y la decadencia de la mente y el cuerpo, ese lento e inexorable apagarse de la mirada.

Vuelve con tu gente, pelirroja, y vive en calma tu vida pensando que fuiste amada como ninguna otra mujer en el mundo.

Tuve el mejor preceptor posible, al hijo de Nicómaco, el médico de la Corte, el gran Aristóteles nos formó a nueve chavales en Auria.

Fuerza y Honor! Elegido para la gloria. Viajar, sí, claro. No parar hasta conquistar. A lomos de mi corcel, Bucéfalo.

Lo que vale, en verdad, es tener una Marca personal. “cría buena fama y échate a dormir». Y yo me la he ganado gracias a que compré a periodistas en el fondo de reptiles, me afilié y sustenté voluntades de Historiadores: Diodoro Sículo, Lucio Arriano, Plutarco y Calístenes. Todos hablaran bien de mí. Y usé al espía Eumolpo de Solos, que me informaba de los movimientos de mis enemigos o de los complots contra mi persona. En mi familia nadie muere de viejo. Maldición le llaman.

¿Quién soy realmente?

Soy como el dios Jano, un tipo con dos caras.

Cara A:

Un psicópata con bipolaridad: maté a mi fiel y anciano general Parmenión, pese a haberme servido con honestidad y de paso, maté a su hijo Filotas. Asesiné, en unrapto de ira, a mi hermano de leche, el Negro Clito, y al brillante cronista Calístenes, después de utilizarle, le eliminé, pese a ser sobrino de Aristóteles.

A los sátrapas desleales Meleagro y Aristónico los ejecuté, pese a ser de mi estirpe, macedonios y colegas. Quise dar ejemplo. No gobernaban bien y eran corruptos Les dí matarile.

Al cojo Harpalo le busqué y a punto estuve de limpiarle el forro, por robarme 5000 talentos. Creo que es el único que escapó vivo a mi furia.

Al sátrapa Bessos le corté las orejas y lo mandé despedazar. Y eso que había matado él a mi eterno enemigo Darío III. Yo aproveché la ocasión, honré al difunto aqueménida me autoproclamé rey de reyes, con el nombre de Darío IV.

Soy un goebbels rubio con un ramalazo de ego que lo flipas. Llámame Alex.

Le cogí el gustillo a ser un sátrapa, me empecé a perfumar, a usar túnicas de seda de Maracanda tiaras de oro. Instauré la proskinesis.

Darío viajaba con 380 eunucos, con 40 perfumistas, 17 cocineros especializados en dulce de leche y con un séquito de seiscientas mulas cargadas oro y lingotes de plata , mujer, concubinas más la reina Madre. Mucho lujo, pero poca cabeza.

La infanteria persa tenía fallos de principiante, eran soldados sin armadura y con escudos de paja. Mi falange hoplita, por el contrario, iban armados con corazas de hierro, con lanzas de 6 metros de largo y de dieciséis en fondo, soltaban el grito de guerra,acompasadas con el Tambor de Queronea.

Alalalái!!

Y los enemigos, fuera cual fuera,echaban a correr. Los persas hubieran necesitado en su ejército Zampolits o comisarios políticos, matando a los que retrocediesen ante el enemigo.

Cara B, con la que he pasado a la Historia.

Nunca fui derrotado. Nunca. Conquisté la Roca Sogdiana. Un castillo escita localizado en la cima de una montaña.

Atravesé el Hidastis y pillé con el paso cambiado a los elefantes del rey indio Poro. Mi lado niké ( victorioso) .

Soy el mejor comandante de la historia mundial. Lo conquisté todo. He sometido a los escitas, oritas, tracios, agrios, medos, masagetas, agalasios, malios, tapurios, paretacenisos, coseos, arimaspos, hircanios, arabitas, lidios, frigios, paflagonios, carios, fenicios, egipcios y…persas.

He viajado más rápido que la imaginación a lomos de mi corcel, Bucéfalo. Hasta le puse su nombre a una ciudad. Todo ha sido excesivo. Mi vida, mis batallas, mis viajes, mis conquistas.

Crucé el Helesponto, no tiene mérito, era cuestión de educación y devolver la visita de cortesía de Darío I y Jerjes 150 años antes en las Guerras Médicas, cuando nos quemaron la Acrópolis.

He llegado hasta los confines de la tierra conocida, hasta las riberas del río Yaxartes, batiendo a los que mataron al gran emperador Ciro Batí al rey aqueménida Dario III, el rey melindroso y cobarde en tres grandes batallas: Gránico, Issos y Gaugamela.

El Rey de Reyes era más rápido retirándose que presentando batalla a mis hetairoi.

Nombré rey de Sidón a Abdalominos, un humilde jardinero.

Rompí el nudo gordiano de un machetazo.

Asedié y batí la ciudad de Tiro, matando a degüello. Destrocé Tebas hasta los cimientos. Sólo respeté la casa de Píndaro.

En éste mosaico, se me ve en pleno proceso expansivo, en las llanuras de Gaugamela, esquivando 300 carros falcados y yendo a por Darío.

Después de derrotar en el Hidaspes al enorme rey Poro, me frené en mi avance en el Río Beas, uno de los cinco que marcan la frontera de la India. Mis soldados se negaron a seguir peleando. Me pase tres días de berrinche, sin comer y sin salir de mi tienda, pero al final claudiqué y, por fin después de trece años de conquistas,nos dimos la vuelta.

El regreso fue penoso. Pasamos calamidades, pero yo marché sufriendo con mis soldados.

Marché a través del desierto de Gedrosia, perdiendo a un tercio de mis aguerridas tropas. Me arrastré con ellos. No quise privilegios. Y cuando em daban agua, la derramé en la arena y dije » Alejandro no bebe si sus soldados no tienen para beber».

Finalmente, llegamos a Babilonia. Y en Junio del 323…morí.

Hoy día todavía hay chicas con ojos azules y rasgos europeos en las estibaciones de las montañas de Pakistán. Casé a 10.000 de mis soldados con mujeres persas, sogdianas y bactrianas. Eso es multiculturalidad.

Mi nombre- ¿hace falta decirlo?- Alejandro Magno.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS