Usted si salió vago; Joel, usted sólo quiere hacer nada con esa poesía. Además, yo no tengo plata para sus libros. De verdad, la terquedad suya por comprar esas locuras, me parece una completa pendejada. Deje de pedir lo que en serio me falta. Esta discusión, le digo, carece de sentido, no respeta ninguna razón. Entienda chino, que eso del arte es un desocupe. Mejor mire como ayuda en esta casa. De buena gana, colabore con los gastos de la vivienda. Joel, simplemente es que las coja, hay que economizar el dinero, los tiempos ahora están muy tremendos para uno invertir en lo que no sirve y está perdido. Fuera de estas cosas, usted siempre ama vivir de bohemio, para que nos ponemos con mentiras, la vida no son fantasías. A lo bien labure, vaya consígase un berraco trabajo, que parece un limosnero. Pues si seguimos con lo de su creatividad, nos terminamos muriendo todos de hambre. Maldita sea y ya no me revire, deje de ser tan terco, que trabaje y deje de joderme el noticiero, estoy o no en lo cierto, así ahora está el mundo. No, espere, no. Es que Joel, yo como hago para que comprenda, por favor, recapacite la realidad, vaya estudie al país, dese cuenta de que el arriendo nos está saliendo recaro. Hoy los servicios vuelan por las nubes, los impuestos son cada vez una vaina más ladrona y para colmo, las entidades de salud son una gorda rabiosa. De verdad, métase eso en la cabeza. Pero ahora que pasó con usted, también de altanero conmigo, cuál es la grosería, se alebresta hasta conmigo, sabe que mejor, sólo cállese hijuemadre, lárguese de mi vista sino quiere que lo eche de esta casa, poeta de pacotilla.

Rusvelt Nivia Castellanos

Cuentista de Colombia

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