TRABAJANDO A LOS 14 AÑOS

TRABAJANDO A LOS 14 AÑOS

angel jesus

20/05/2019

Desde muy pequeño había mucha necesidad en mi hogar, ya que yo era el mayor de cuatro hermanos y a los 7 años mi padre falleció, dejando al más chiquito de 8 meses. Mi primer trabajo fué en una Distribuidora de perfumes, lavando los frascos de vidrio donde envasaban los mismos, luego de allí un zapatero que estaba en la esquina de mi casa me dijo que en una zapatería estaban buscando un ayudante de zapatería, la verdad que yo de ese oficio no sabía nada, pero podía aprender y ganas no me faltaban.

El taller donde me llevó mi amigo el zapatero era bastante regular, tenía todas las máquinas de zapatería habidas y por haber, allí cosían y pulían los zapatos por un módico precio y como muchos zapateros no tenían esas máquinas allí les cobraban por cada servicio.

Comencé por coser los zapatos en una máquina especial que había en un rincón, la cual era más grande que yo, pero me esmeré y al poco tiempo la dominaba perfectamente.

A la semana a mi jefe, quien era un italiano, lo llamaron de un trabajo de fotografía para ejercer de jefe y me propuso que me alquilaba el taller por 120 semanales, yo debía pagar la luz, comprar los materiales necesarios para arreglar lo zapatos tales como tinta, lijas para las suelas y otras cosas.

Todo aquello representaba un gasto bastante regular, ya que las máquinas de coser llevaban un hilo grueso que debía ser encerado y la máquina de coser llevaba un receptáculo especial para poner en él un cuarto de kilo de cera dura, la cual se derretía ´por el calor aplicado por medio de una resistencia y cuando el hilo salía estaba completamente encerado.

La máquina de coser estaba equipada con un sable que traspasaba la suela dura y luego entraba la aguja con el hilo encerado y hacía un nudo bien aptretado, quedando tan fuerte esta unión, que el zapato poseía una duración de varios años sin deteriorarse.

Como en mi casa la situación económica estaba muy mal, mi trabajo comenzó a darme dinero suficiente para sostener estos gastos, de los cuales habían tres niños menores que no podían producir nada ya que eran menores de 5 años todos ellos.

Así las cosas yo ganaba un sueldo que ni un hombre de 30 años lo ´producía, era tanto que cubría perfectamente el alquiler de la casa, la comida y ropa de mis hermanos menores y la mía propia.

En mi trabajo de la zapatería comencé a comprar los materiales necesarios para trabajar de forma tal, que la tinta la compraba por galones, la cera por cajas de 24 unidades y el hilo también por cajas, la lija la compraba por docenas y todo allí estaba al día multiplicado por meses, ya que compraba todo al mayor y de contado.

La luz la tenía al día, ya que era industrial y esa la pagaba por recibos al día.

Comenzó para nosotros una era de abundancia, mi hermano Vicente comenzó a trabajar con unos abogados y compró una nevera nueva, yo compré unos muebles de recibo y un televisor grande de 23 pulgadas, un equipo de sonido increíble que sonaba potentemente.

Mi madre estaba contenta, ya que tenía cosas y aparatos del hogar que nunca había tenido, todos ellos nuevos, mis hermanos lucían ropas nuevas y zapatos último modelo y al fin la superación de nuestra vida se había completado, no éramos ricos, pero no teníamos necesidad.

Los domingos nos íbamos para la playa y allí disfrutábamos de unas bien merecidas vacaciones de dos días, gastando dinero en nuestras comidas que nunca habíamos tenido en nuestyra vida de restricciones económicas.

De aquella mujer que trabajaba en una fábrica de pantalones de costurera para alimentar 4 muchachos y una viejita que los cuidaba no quedaba nada, estaba muy bella y lucia sus hijos como una gallina que paseaba sus pollitos ya transformados en gallos y pollas verdaderamente bellos.

Toda aquella prosperidad se basaba únicamente en nuestros trabajos honestos, que aunque éramos obreros nuestro dinero provenía exclusivamente de unos jóvenes que éramos sumamente honrados, trabajadores y sin ningún tipo de vicios.

Yo, siendo el mayor de los hermanos trabajaba en la zapatería que me habían arrendado y de allí provenía la mayor afluencia de dinero, a pesar de mi corta edad tenía un sueldo que sobrepasaba el salario diario, que era de 20 bolívares para esa época en Venezuela.

Como tenía un gran volumen de trabajo, decidí contratar una persona para que me ayudara, le dije a un joven que yo conocía y él accedió de buena gana, pero a lo que hablamos no convenimos en nada, ya que el mencionado joven quería que lo pusiera de socio y no me gustó su actitud. El mismo no quería llegar temprano sino a las 9 de la mañana y no se le veía muy buena voluntad para trabajar, por lo tanto decidí decirle que no volviera más, porque necesitaba un ayudante que llegara más temprano y sacara más trabajo.

Luego le dije a mi hermano Leonardo, que era el tercero de nosotros y él de inmediato comenzó a trabajar conmigo. Mientras yo cosía en las máquinas grandes, él se dedicaba a reparar los zapatos que llegaban para lijarlos y pintarlos, ya que para ese oficio no se necesitaba de grandes conocimientos.

Así pues en esa forma la familia se fué complementando en una sólida entrada económica ´para sustentar a los demás miembros que por su corta edad no podían ´producir, mientras que los mayores, que éramos tres en total, devengábamos un salario más que suficiente para alimentarnos, vestirnos y en lo posible educarnos y tener dos días para descansar y pasear.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS