En una oficina corrupta de un organismo que depende de un ministerio público, que depende a su vez, de un gobierno provincial de un país del tercer mundo, hay un empleado anónimo que es empleado de otro de mayor jerarquía, que a su vez, es empleado del ministro, que es empleado del gobernador, que es empleado del presidente, y que en su minucioso quehacer diario debe sacar el país adelante, y, por eso, está escribiendo un cuento.
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