Este hombre que su vida ha dedicado a la rutina, está yendo a su trabajo, vestido totalmente con traje y portafolio en mano. Tarde por primera vez en su vida, viéndose afectado por la variable de lo imprevisto. Odiaba eso, él era puntual, prolijo para todo y por culpa de un compañero de trabajo tuvo que pasar la noche corrigiendo sus errores. Había puesto muchísimo esfuerzo en el proyecto.
Corre, agotándose a los pocos metros, respira pesado mientras continua caminando, se recupera y continúa. En la calle de enfrente ve un pequeño bosque de tristes y finos arboles grises que corta su camino, sin dudarlo entra en este para volver rápido a su lo establecido.
Cruza los primeros arbustos, varias ramas lo golpean y él intenta cubrirse con su portafolio. Cree que está a punto de salir pero una sombra lo empuja contra un árbol. Mareado se levanta, algo estaba mal, hace unos segundos estaba pisando pasto, ahora solo había tierra negra bajo sus zapatos. Estaba rodeado de árboles mucho más altosy gruesos con raíces que reventaban la tierra, poca luz entraba a través de estos haciendo helado el clima a pesar de ser de día.
Entra en pánico pasando horas y horas corriendo su pecho se hincha como nunca antes en su vida. Su mente se acelera leyendo distintas rutas en busca de una salida, pero ninguna entiende. Las horas se transformaron en día tenía hambre, sed y perdido.
Un “crack” resuena por ese bosque solitario seguido del grito de dolor del hombre. En un intento desesperado y a pesar de su miedo a las alturas se sube a un árbol para ver donde estaba. Preocupado por la altura no nata la rama quebrad de la que se estaba sujetando, cayendo al suelo. En el suelo siente el dolor de su brazo observa como quedo en un extraño ángulo, definitivamente roto.
Logra hacer una tablilla, para el brazo con algunas cortezas y ramas, atándolas entre sí con los cordones de sus destruidos zapatos, casi deshaciendo sus dientes mientras aguanta el dolor. Sin energías para seguir moviéndose a través del bosque, enciende una fogata para calentarse, come algunas raíces y cortezas blandas para calmar su hambre. Se ríe, agradeciendo, por las veces en las que dejo el televisor prendido en los canales de naturaleza para no sentirse solo. Solo había prestado atención a esas dos cosas en los días que estuvo aprendió a lamer pasto y hojas para tomar su roció.
Apaga el fuego, necesita descansar.
Se paraliza apenas ve las estrellas. Por un segundo vio perlas amarillas flotando muy rápido alrededor de los árboles. El sonido de pasos secos y pesados elimino su cansancio
Temblaba mientras intentaba levantarse lentamente, alzando de a poco la mirada del suelo. Las esferas se quedaron estáticas mostrándole ojos terribles y hambrientos que lo esclavizaban al suelo. Los seguía mientras se movía lentamente a la luz de la luna donde el pelaje negro de un gigantesco y famélico lobo apareció.
Se confundía en las sombras de los árboles, mostrándole solo el blanco marfil de sus colmillos. Viéndolo caminar tan lentamente entendió que desde el comienzo había sido su presa, lo acechaba y esperaba a que se debilitase.
Solo tomo un resbalón para provocarlo, en un par de saltos la tuvo encima, él hombre alcanzo su fiel portafolio y lo lanzó. Mientras lo hacía pedazos en busca de comida tanteaba la tierra necesitaba algo con lo que aprovechar la distracción. Encontró un pedazo de tronco casi tan grande como él.
Con toda la valentía que pudo juntar avanzó corriendo con porra en mano contra su distraído enemigo.
El golpe cayo en su nuca dejándolo confundido. Ni se atrevió a dar un segundo golpe, soltó la porra y corrió. En segundos el lobo se recuperó devorando la poca distancia que había ganado.
Preocupado por lo que había detrás tropieza cayendo al rio. Perdido en el agua sentía como esta entraba en su nariz. De alguna manera pudo sacar su cabeza mientras el rio lo arrastraba. Escupiendo el agua busco al lobo, no lo veía, el agua era helada pero no podía salir hasta limpiar cualquier rastro que lo delatase.
Luego de “bañarse” camino por largo rato sentía su corazón en su pecho y oídos, era demasiado para un solo día. Mientas bajaba el rio encontró una gruta era perfecta para esconderse y para su sorpresa no era el único con esa idea. Una vez dentro vio a una pareja de ciervos con su cría. Su hambre amenazaba a la familia ocupante pero su mente le decía que una pelea ahí significaría ruido que el lobo ubicaría, además de que el padre de la familia podía romperle más huesos antes de que pudiese hacer algo.
Con una mirada tacita decidieron quedarse allí en silencio mientras esperaban que no los descubriesen. Los minutos pasaron y mientras más pasaba el tiempo más notaba las cicatrices en ambos padres tenían hechas seguramente al tratar de defenderse del lobo en el pasado.
Con el paso de los minutos se durmió.
Despertó en completa soledad con los músculos dolidos, le preocupaba la razón que había provocado que se fuesen. Sin embargo estando como estaba con su cuerpo necesitaba un par de horas más de quietud.
En la tarde decidió intentar otra vez con los árboles por dos cosas, una buena vista, y ver si había algo comestible: huevos de ave o alguna fruta. Lo único que encontró fue algo hermoso y horrible.
En un claro los ciervos peleaban con el lobo de forma conjunta, en una sincronización increíble, ambos padre y madre atacaban sin dejar ni una brecha. Mientras la madre lo golpeaba con tacleadas y patadas para derribarlo, el padre se sumaba con patadas y cuernos arrojándolo lejos repitiendo el proceso.
Pero el lobo era resistente, recibiendo cada golpe para tener una oportunidad de contratacar. El hombre notaba como poco a poco se acercaba a la cría sin que los ciervos lo notasen. Utilizando la inercia de la embestida del padre salto en dirección a la inocente criatura mostrando el blanco brillo de sus colmillos.
La sangre se deslizo en sus colmillos pero no era de la cría. Su madre intuyendo la intención del lobo fue rápidamente a proteger a su niño recibiendo la mordida. Resistiendo los dientes clavados en su espalda se sacudía empujándose lejos de su hijo.
El lobo aprovechando esto se sacudió en dirección contraria rompiendo su columna paralizándola. Dejándose dominar por la ira el padre ataco sin parar pero los ojos amarillos de su enemigo predecían cada ataque. Cansado bajo la cabeza apuntando sus cuernos contra el oscuro ser, demasiado obvio, en cuanto avanzo el gran cazador solo necesito un salto de costado y los dientes del lobo llegaron encontraron el su cuello, dejando a la cría sola donde lo único que podía hacer era correr y llorar con un grito tan parecido al humano que resultaba terrible.
El hombre al ver esto no se quedó quieto, bajo del árbol casi cayendo dirigiéndose a donde todo ocurrió tratando de proteger al único “compañero” que le quedaba, tal acto de sacrificio por sus padres no podía ser en vano. En segundos encontró a la cría y al lobo dirigiéndose hacia donde él estaba. No encontrando rama por segunda vez tenía que arreglárselas agarro un puñado de tierra escondiéndose detrás de un árbol. El ciervo paso corriendo, uno…dos…tres…! La tierra en los ojos lo obligo a frenar y patinar chocando contra un árbol, sin detenerse pateo su hocico sacándole un par de colmillos.
Su victoria fue tan larga como su patada, habiendo sacudido la tierra de los ojos del lobo. La ira lo alcanzo mordiendo hombro del brazo entablillado, el dolor y el miedo invadía todo su cuerpo deslizándose desde su corazón helando sus extremidades. Sin poder moverse vio salir los colmillos de su carne para inmediatamente volver a incrustarse rompiendo el hueso. El lobo se sacudió hacia un lado golpeándolo contra el suelo arrancándole el oxígeno en sus pulmones. Como si fuese un juguete lo levanto en el aire arrancándole el brazo y lanzándolo varios metros lejos.
Todo estaba oscuro, la cabeza le latía con un horrible dolor punzante. Sentía líquido salir por su nariz. Mientras más conciencia recuperaba más terrorífico todo se volvía. Grito quedándose sin voz, el dolor punzante del hombro lo mareaba, en cualquier momento vomitaría.
El lobo, por su parte estaba disfrutaba de esos gritos, el sabor de la sangre en su boca y el sonido de los huesos crujiendo. Era su gran satisfacción pronto lo asesinaría pero lo haría sufrir un poco antes quería ver más de su miedo era un olor intoxicante. Se acercaba al hombre lentamente paso a paso para poder disfrutas de la expresión del hombre de sus lágrimas y lamentos.
El hombre viendo lo inevitable llora, llora por su familia aunque nunca la haya apreciado como debía, llora por las cosas aburridas a las que su vida dedico, llora por lo que pudo haber hecho y dejo pasar, llora pidiendo a la vida una segunda oportunidad para vivir como debería.
Quizá fue la suerte de nuevo o la vida decidió premiarlo lo que sea, su brazo toca una piedra. Por instinto la toma y golpea con esta al lobo una…. esta medio desbalanceado, aprovechando y lo hace de nuevo, el lobo casi cae, otro golpe la imagen del padre aparece en su cabeza, continua con la imagen de la madre ante sus ojos en el último golpe su ropa es una mezcla de su sangre con la del lobo agotado suelta la piedra y cae al perdiendo la conciencia…
Ve flashes de luces blancas artificiales cediendo a la oscuridad nuevamente, cuando se recupera, está en una habitación de un hospital. Mira a su derecha el brazo no está, confirmando la realidad de los traumáticos flashes de un bosque frio y oscuro, su despiadado dueño. Una enfermera le cuenta que fue encontrado por un par de estudiantes en un pequeño bosquecito lleno de sangre, murmurando sobre ciervos y lobos. Los doctores habían dicho que había entrado en shock varias veces después de perder tanta sangre. Hizo falta mucho suero y sangre para salvarlo.
El hombre quedo pasmado ante la historia y sus recuerdos. Durante varios días no hablo con nadie. Luego de algunas semanas puede salir del hospital enterándose de otros desaparecidos en ese sector. No investigaría… solo viviría de la mejor manera posible.
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