Aún recuerdo cómo el ruido de su máquina me hacía dormir…

el serruchar sigiloso de las tijeras completaban parte del sonido de mi nana.

incansables días y las noches, uf!, las noches eran iguales que los días, no tenía sentido alguno el tiempo.

Recuerdo cuando observaba su rostro, concentrada, arrugaba su frente y sin apenas darse cuenta, mordía su lengua mientras cortaba aquellas telas enormes que hacían sus brazos musculosos y sin apenas darse cuenta, destrozaba sus manos haciendo que con el tiempo atrofiara sus lindos dedos trompudos y partiera sus uñas con el roce de las telas.

Tras este sufrimiento, podías ver como la satisfacción de un trabajo terminado, hacía brillar sus ojos que admiraban todo ese trabajo que día a día realizaba,encajes, vuelos, ganchillos, bordados y dobladillos…

recuerdo que yo era su maniquí.¡oh, cómo odiaba esos alfileres que antes de ponerlos en mis vestidos para marcar mi silueta, utilizaba sus labios para sostenerlas y poder así trabajar con sus manos.

Aquellos vestidos que me hacías para las fiestas del pueblo, aquel hermoso traje de novia mal pagado, y aquellos disfraces que luego lucían la televisión Canaria.

– Costurera…- ¿Qué puedo hacer sin ti?

Sé que la vida no te fue fácil, sé cual y como fue tu sufrimiento puesto que yo viví cada día tu lucha incansable a ojos de los demás, sentí el sonido de tus suspiros incluso el crujir de tus huesos.

Mañana tras mañana después de levantarnos para ir al colegio y tras terminar tus quehaceres del hogar, volvías a sacar tu cinta métrica como esos caballeros que desenvainan sus espadas para luchar contra esos dragones que aguardan tras las llamaradas de sus enormes bocas…

¿sabes costurera?

– recuerdo con tanto amor esos vasos de leche calentita que nos levabas a la cama los finde semanas – seguro dirás que era para que tus hijos traviesos descansaran más y te dejaran trabajar pero yo recuerdo no volver a dormir hasta escuchar el sonido de tu máquina de coser.

También recuerdo como mal alimentabas tu cuerpo a base de café y café para poder aguantar.

¡costurera!, Ojalá puedas coser en tu rostro envejecido por el tiempo, una sonrisa con hilo dorado para que el mundo y tú puedan ver el orgullo de tu lucha como costurera, como madre, como amiga, como alfa.

Este tipo de trabajo, como en los de antaño quizá, hacen creer que no es sacrificado, hacen creer que no es un trabajo y cierto es que la vocación se disfruta, se vive… pero es que también ese dragón tiene las escamas duras.

hoy te recuerdo a ti, mi costurera, no sólo por lo que representas para mí, una mujer con armadura de heroína y un alfiler como espada llena de fuerza y coraje.

también hago una memoria para todas aquellas damas luchadoras armadas con dedales, hilos y telas que derrotan a todos los dragones.

costureras que levantaron banderas cocidas con amor y con hilos de plata.

por todas aquellas bellas damas que fueron abuelas, madres, hijas, etc.

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