Una vez me dijiste que amabas el frío, me contaste como se ve mi ciudad preferida vestida de blanco y me pediste que nos imaginara, juntos, acostados después de haber hecho el amor como los amantes ilícitos que siempre fuimos, tapados, viendo como la nieve cubre el dintel de las ventanas. Recuerdo pensar en eso como la escena perfecta para nuestra historia inconclusa, de aquel verano donde me enamoré, de ti y de aquella ciudad que solo veo en mi cabeza y en aquellas fotografías que tomas aveces.

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