Recuerdo la primera vez que vi el cielo, y el dolor en mis ojos al ver el sol. La primera vez que camine sin un bastón o con gafas oscuras ella estaba ahí, escuche su voz y la reconocí de inmediato. Me saludo y comenzamos hablar «es bueno verte tan animado, siempre estabas tan gruñón» me dijo, «perdón por ser tan molesto todo este tiempo hermana». Siempre sonreía cuando mi hermana menor me contaba alguna historia divertida o cuando me abrazaba al verme triste ella siempre estaba allí animándome, pero esta vez era diferente podía ver su rostro y verla sonreír. Un día mientras conversábamos en medio de la calle ella tímidamente me dijo, «tengo un novio, quería decírtelo porque mamá no lo sabe me da algo de miedo contárselo», de pronto sentí una incomodidad extraña en el pecho me dije a mi mismo porque me siento así, porque de pronto la veo sonreír, pero yo me siento triste. Pasaron las horas y al llegar la noche ya acostado en mi cama no podía dormir pensando en las palabras de mi hermana. Entonces, pensé maldición acaso es posible sentir esto por mi hermana menor, tal vez estuve enamorado y nunca me di cuenta, mientras lloraba bajo las sabanas pensaba en verdad debería morir o seguir viviendo.

Al pasar los días pensaba y pensaba siempre a escondidas en lo cariñosa que era en mi hermana, pero al mismo tiempo me sentía culpable. Sabía que debía apartarme de ella para olvidar ese sentimiento, pero al verla a los ojos y ella al sonreír con tanta gentileza no podía ser malo con ella o gritarle que me dejara solo. Un día cuando caminábamos juntos vi el parque lleno de globos en forma de corazón, vendedores de peluches tan grandes como personas y fue así como pase mi primer día de San Valentín con mi hermana.

Veía a las parejas besándose y me sentía incómodo, suspire y baje la mirada hacia el suelo. De pronto mi hermana me abrazó y sentí el calor de sus brazos y mientras yo me quemaba por dentro ella decía de forma tan dulce «tranquilo hermano ya encontraras a una mujer que te quiera y soporte tu mal humor, ambos se darán dulces y muchos besitos».

Un día me mire al espejo y decidí buscar un trabajo, ahorrar dinero y mudarse muy lejos para olvidarme de todo lo que sentía. Pasaron los días y tuve la brillante idea de recogerla a su escuela. La esperé afuera de la escuela por casi una hora y al verla sin compañía sentí un gran alivio. Corrió hacia mi y me abrazo diciendo «hola hermano gracias por venir a verme».

Quieres ir a comer un helado le pregunté y ella con una voz infantil me dijo «el más grande y dulce que exista». Al llegar a la heladería vi un afiche de un barco lleno de helado de diferentes sabores, el barco era de un metro de largo y pensé tal vez solo se ve así en el afiche es demasiado ridículo que exista un helado tan grande. Nos sentamos en la mesa y cuando el mesero se acercaba hacia nosotros me sorprendí mucho al ver nuestra orden, cuando el mesero puso el barco sobre la mesa, mi hermana en un instante sacó su celular y comenzó a tomar fotografías y grabar un vídeo, mientras grababa el vídeo ella decía «este es el mejor helado del mundo junto al mejor hermano del mundo».

Tal etiqueta me hizo sentir muy incómodo y miserable a la vez, tal como imaginemi hermana no pudo terminarse todo el helado. Con la voz apagada dijo «Estoy muy llena hermano, lo siento», le respondí para animarla «no te preocupes yo también tengo algo de hambre». Cuando termine de comer me levanté de la silla con mucha lentitud y me dolía el estómago. Al llegar a casa me senté en el sofá y casi no podía respirar.

Mi hermana se sentó a mi lado y cargaba el barco en sus pequeñas manos de pronto, se puso a cantar una canción que yo no conocía, tal vez por ser mayor o porque al estar ciego no tenía ánimos para escuchar música, aun así me gustaba oírla cantar con esa voz tan chillona y desafinada, era todo un espectáculo, me reí tan fuerte que mi madre bajó las escaleras, gritando ¡dejen de hacer tanto escándalo y ayúdenme a limpiar la casa!. Mi hermana se puso un delantal rosa, arrugó sus cejas, mientras murmuraba «madre hay una sola lamentablemente» yo la veía desde el sofá y sin querer murmure «si tan solo no fuera mi hermana». Mi hermana se dio la vuelta y me miró preguntando «dijiste algo» y yo casi temblando respondí «no dije nada».

Recuerdo que al cumplir 20 años mi madre me regaño y me dijo «porque no quieres estar cerca de nadie, yo estoy aquí contigo tratando de hacerte sentir mejor, no ha sido fácil para tu hermana o para mí», mientras yo me escondía bajo las sabanas, solo le grite ¡madre no es que no quiera ver a nadie es que no puedo hacerlo!, «vamos hijo al menos sal un momento afuera te sentirás mejor» «lo siento madre, pero no podré disfrutar del paisaje».

Aquel día mi madre de mi habitación con lágrimas en el rostro, lo sé porque la oí llorar. Pasaron las horas y escuche una voz muy suave y tierna cerca de mí, eres tu hermana le pregunte, «si soy yo» me abrazo con suavidad y sentí mucho alivio, «sé que no puedes pasear a fuera así que te guarde un poco de helado para que te sientas mejor». Ella empezó a darme de comer como si yo fuese un bebé, cuchara tras cuchara me cantaba una canción. A partir de aquel día me dije a mi mismo, «siempre la protegeré, no importa si muero al intentarlo yo la protegeré, porque la amo».

Pasaron los años y decidí hacer lo que yo consideraba correcto, me mude e inicie una nueva vida lejos de mi hermana, tal vez seguía pensando en ella, pero al menos estaba lejos de su ternura y del cariño que ella ofrecía sin esperar nada a cambio. Recostado en mi cama suspiraba y recordaba en cómo se veía vestida de uniforme escolar, quizás ya se caso, ha pasado mucho tiempo después de todo.

Alguien toco el timbre de mi puerta, me pareció extraño, porque nadie me visitaba a esas horas. Me levanté con mucha pereza y al abrir la puerta pues si, como muchos piensan era ella, mi tierna hermana, «qué haces aquí» le pregunté y ella con esa voz que no había oído hace tiempo me respondió «vine a visitarte, perdón por no avisarte quería sorprenderte».

La invite a pasar se sentó en el sofá y comenzó a decirme que mi madre me extrañaba y le dije «lo siento iré cuando pueda, yo también la extraño mucho» quieres algo de tomar, su respuesta me sorprendió «una cerveza por favor» «una cerveza es enserio le pregunte» y ella sonriendo me dijo «claro tonto ya no soy una niña».

Ella sostenía una lata de cerveza y cantaba de manera desafinada al mismo tiempo, empecé a reírme como loco, al pasar las horas me pregunto «hermano ya tienes novia» y fue entonces cuando vi una oportunidad para olvidarme de ella, pensé, tal vez si le digo que quiero pasar más tiempo con una mujer ella me visitará con menos frecuencia, tal vez si me invento algún romance ella se alejaría mucho más de mí, mire su rostro enrojecido por el alcohol y mi mente me gritaba maldición haz lo correcto, pero mis labios dijeron «no te preocupes estoy solo, puedes visitarme cuando quieras» ella se despidió como siempre con una sonrisa y yo me despedí como de costumbre con mentiras.

Al llegar la noche sentí un sentimiento de paz en mí interior, camine por el parque y vi otra vez a las parejas besándose, jugando y abrazándose. A partir de aquel día decidí olvidarme de aquel amor que nunca podría recibir, todos los sueños de pasar mi vida con ella de acariciarla con suavidad, de despertar abrazado a su lado.

Camine hacia el puente más alto de la ciudad y vi el abismo como una salida, pero mi mente empezó a imaginar el rostro de mi hermana llorando por mí, mi sangre bajo las ruedas de un auto, imagine mi ataúd y a mi madre con rosas en las manos, apreté los labios y empecé a gritar en plena calle ¡maldición porque no puedo hacerlo, porque si son solo dos personas en el mundo, solo dos personas me extrañaran no hay nadie más!.

Respire con fuerza, me sequé las lágrimas y seguí mi camino, mientras caminaba de regreso a mi departamento imaginaba el futuro de esta obra, las miradas de desconocidos sobre mis textos y el deseo de muchos por verme saltar del puente.

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