Pese al evidente título, esta, no es una carta de despedida, ni es una publicación triste. No, más bien todo lo contrario.
Te escribo para decirte que estoy bien, y que te quedes tranquilo, que fui feliz hasta en el último de los minutos.
Esta carta no la escribí hoy, ni ayer, la escribí hace muchos kilómetros ya, con la única misión de asegurarme de que vuelvas a reír. La escribí y la deje en el aire durante muchos años, siempre como una publicación programada para unos días después de cada desafío, no por miedo a fallar, sino por el miedo de lastimarte en mí falla.
Pues hay algo importante, que debes saber sobre mí, y es que yo soy quien decidió mi destino y siempre fui consciente de los riesgos que tome y así fue que decidí aceptarlos. Yo fui quién me trajo hasta acá, y nadie ni nada más.
Por mí parte, me voy satisfecho, y hasta más. Viví todo cuanto quise, y por propia filosofía, nunca me quede con las ganas de nada. Disfrute siempre de los éxitos y de los aprendizajes eternos que cada error me dio. Y aunque quizá ahora lo cuestiones, a mi vida no le faltó nada: Ame, viaje, probé, elegí, sentí, goce, flui, erre cada vez que pude y podes estar seguro, que conmigo al menos, no me quedó ninguna deuda. Completo, es como me siento, o como suelen decirle, en paz.
Pero antes de cerrar esta carta, hay otra cosa muy importante que necesito decirte, gracias.
Gracias por todo, por cada detalle en qué interviniste en mí vida. Gracias por cada «buen día», por cada sonrisa y cada lágrima, por abrirte conmigo, y por saber escucharme también, gracias por el amor, el cariño y todo lo demás, en serio.
Si esta no es una carta de despedida, es porque sé que nunca voy a irme, de tu corazón, de tu memoria, y espero que mi recuerdo, evoque siempre ganas de viajar, de comer algo rico, ir al cine o sencillamente, disfrutar de lo más simple, con la inocencia de un niño.
En hola, te dejo las ganas, el amor y la pasión, mis más preciados bienes, úsalos como quieras. Y como condición única, solo te pido que sonrías más. En cualquier momento y en cualquier lugar, al ver un desconocido en el bus o al pagar tus compras en el supermercado. Sonreí todo cuanto puedas, pero no por mí ni por nadie más, hacelo por vos.
Te amo, y eso es eterno. Te deseo que tu vida sea tan maravillosa como fue la mía, que no tengas más miedos y que empieces a volar, que al final del camino, también puedas estar tan satisfecho, como yo lo estoy.

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