Siempre cuestionando y haciendo preguntas. Qué tormento a veces, la mayoría.

Otras esa sensación de plenitud al hallar las respuestas. ¿Es acaso la vida una pregunta? ¿Una cuestión? Pues seguro que no. Que la vida parece que es eso que a diario nos sucede. O ¿Tal vez no?

¿Por qué será tan jodida tan enrevesada?

Ya.

Tal vez la endemoniada y enrevesada soy yo, que por cuestionar, cuestiono hasta las decisiones más firmes. Pero me pienso y me siento a gusto.

¿Será por tantas cuestiones que siempre me formulé?

Los seres humanos nos enfrentamos a muchos cambios. Encuentros y desencuentros con nuestro entorno. Parece que nos conocemos y nos volvemos desconocidos. Es el cambio que impera en todo lo racional. ¿Podemos verlo?

¿Lo observamos?

Cómo la frase del conocido poeta. «Nosotros, los de entonces ya no somos los mismos.

¿Son las preguntas la esencia de todo? Será lo que nos lleve a ser mejores seres.

No se trata de cambiar la esencia. Se trata de ¿qué haría yo en esa situación?

Se trata de ¿cómo ha recibido esta o aquel ser, mi acto?

A veces, observando, nos parece que el mundo se ha vuelto violento

¿Nos preguntamos por qué?

Cuando juzgamos los actos, la forma de vivir de otros, vertiendo críticas, a veces dolorosas ¿no generamos violencia?

La armonía con el entorno, ¿es dejar que todo suceda como tiene que suceder? A veces no podemos evitar hechos dolorosos como no podemos evitar una tempestad.

Preguntar, cuestionar ¿nos lleva a la luz?

No. Seguramente no.

Las cuestiones deben ser las adecuadas. Serán las adecuadas las que nos llevarán a vivir con más serenidad.

¿Pero cómo saber cuáles son las correctas?

Seguramente aquellas que nos hacemos a nosotros mismos.

Aquellas que cuestionan nuestros actos y el cómo van a repercutir en el otro.

Pero en el ser humano hay sensaciones, sentimientos, según la tesitura de la vida, que pueden desgarrarnos.

Que la vida nos pone.

Envidia, los celos, la rivalidad, el rencor, el miedo, la enfermedad, la vejez, la soledad…

Hay un saco grande de sensaciones tan agresivas como perjudiciales para nuestro ser. Sentimientos nefastos que nos dañan.

¿Se pueden derribar a través de la cuestión?

Probablemente sí . Es un trabajo diario.

¿Se puede renunciar a un trabajo, aunque te canse?

No.

Si es lo que te alimenta.

Las cuestiones son un trabajo.

Que alimenta.

El ánimo

El afán de ser mejor.

El empeño en vivir sin ese sufrimiento que cargamos.

¿Estamos preparados para cuestionarnos el por qué?

¿De asumir, dentro, la verdad?

No la tuya, no la mía. La verdad.

Será que no dejaré de caminar junto a la pregunta. Junto a las cuestiones.

¿Para qué vine aquí?

¿Qué aporto?

¿En qué contribuyo para que este mundo sea mejor y yo más feliz?

Ah!

Nada.¡Menuda tarea!

Creo que seguiré con mis preguntas y cuestionando.

Tal vez este enamorada de esas palabrejas que junto y a las que ya me he acostumbrado.

Me hace feliz, me gusta, aunque a veces mi mente parezca un baile a ritmo de miles de tambores.

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