Un brote de ensueño

Un brote de ensueño

Soñé y no eran cuentos de hadas, pero también era mágico. Estaba viajando por una segunda vida. Aquellas personas a las que quería ya las había conocido antes y, era tal la afinidad entre nosotras que, la comunicación era mucho más que verbal o gestual. El tiempo dejaba de importar, pues en la nueva realidad las palabras no ocupaban espacio, porque eran vanas, supérfluas, y las miradas decían mucho más. Había un trasfondo. Éramos el reflejo de la esencia, la proyección de unas ideas clasificadas según los sentimientos y por eso, ahora, éramos capaces de explicarnos. Las ideas se compartían, pero sin la necesidad del habla que ocupa espacio y tiempo.

No hay ausencia. La presencia llena de ideas la mente de quienes quieren saber la verdad. La verdad es el principio. No todas la personas la quieren saber, pues se pierden entre palabras que existen pero no son reales. Son sólo apariencia. Son sólo relleno para vidas vacías. Son lo que no nos interesa. Las palabras, como ya sabemos, sólo nos nublan los sentidos.

El principio es lo que importa. No hay fin. No hay saberes en el lenguaje. Hay algo mucho más allá de la existencia física, que nos engaña, que nos hace creer sin saber.

Soñaba despierta. Soñaba que podía volar acompañada por todas aquellas personas que querían saber la verdad. El principio sin fin que nos une y nos separa.

Y así, seguía soñando despierta. Algo me despertó cruelmente y de pronto me vi sola. Empecé a caer en picado olvidándome de mis sueños y de mi necesidad por saber la verdad. ¿Dónde estaban las personas que me acompañaban? ¿Y las ideas?

Estaba perdiendo el amor. Sentí el miedo y me paralizó. Mis alas sólo eran pesados brazos que se movían torpemente llevándome a ras del suelo. Daba tumbos chocándome contra todo lo que había a mi alrededor, contra todo lo que mis ojos no querían ver, pero ahora, ante la oscura y falsa realidad de la soledad que me imponían, empezaba a creer en lo que realmente no importa.

Nadie me ayudaba a alzar el vuelo, a seguir soñando. Personas desconocidas tiraban de mí cambiando el rumbo del camino que yo quería seguir. Estaba sola con mis ideas. Ya nadie me acompañaba. Era duro sentirse así. Aquella soledad rompía mi tranquilidad. Ahora había voces obligándome a hacer lo que yo no quería, a creer en lo que yo no creía, a vagar por una realidad en la que se olía odio y se respiraba autoridad . Dejé de ser libre. Dejé de volar, ocupando el tiempo y el espacio, arrastrándome por los suelos guiada a la fuerza por personas desconocidas, sin alma. Conjuraban mis actos, juzgaban mis pensamientos. Y yo, no podía despertar de aquella pesadilla. Ahora la realidad me convertía en un ser despojado de su libertad.

Me aislaron, me castigaron.

¿Por qué no querían volar? Y si ellas no querían saber, ¿Por qué me obligan a mí a dejar de intentarlo?

¿Qué sentido tenía que yo creyera en su realidad? ¿Por qué no ocurrió a la inversa? ¿Por qué no intentaban entrar en mi sueño y volar en busca de una única verdad?

Me torturaron y me encerraron cono pájaro enjaulado.

Veneno, distorsión y miedo.

Sueños que se esfuman. Relojes.

Batas blancas y obligaciones.

¿Que mi sueño por alcanzar la verdad era todo una mentira?

¿En qué puedo creer yo ahora? ¿En el mal? ¿Quién me obliga a ser engañada por mis sentidos?

Yo no hubiera persuadido a nadie para que volara conmigo. Sólo me compañaban las esencias, la pureza de los sentimientos.

¿Dónde está el mal de mi sueño?

¿Dónde queda la verdad?

Ahora sí que estoy loca. Ahora me merezco morir.

Me he equivocado tanto…

Me han hecho creer en el mal.

Ahora son todo lloros y agresión.

Ahora tengo la obligación de creer en mis sentidos, que todavía sé que me engañan, pero ya no puedo volar y cada vez estoy más cerca de pensar sin sentir, de creer en lo efímero que carece de moral.

El sueño es arrancado por una pesadilla. Nace en mí las ganas de morir. Me siento culpable por lo que no he hecho hasta dejar de sentir.

Cuando desatan mis cadenas ya sólo me queda andar. Un paso hacia delande y dos hacia detrás. El tiempo y el espacio es pura invención para encerrarnos en mazmorras donde sólo hay sombras, donde hay muchas verdades y ninguna es real.

Los sentimientos son puros.

La empatía es un don.

Querer entender es la respuesta.

¿Cuál es tu verdad?

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