Cuando decidí no quedar o ir con gente que no quería me entró rabia. No por ellos, sino por darme cuenta de que no hacía lo que quería. He empezado a ir solo a sitios y a hacer solo las cosas que me gustan a mi y me siento mucho mejor.
No elegía yo, cogía lo que me daban y no me divertía para nada…
He empezado a dejar a esas personas de lado. Ellas no han hecho nada, es por mi o más bien, para mi. Simplemente estaban acostumbradas a algo y ahora ese algo no lo doy. No quedo con ellas, hago mis planes aunque vaya sola a los sitios.
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Hoy tengo esa paz interior rara, esa tranquilidad de estar segura de mi misma, rara por la falta de costumbre… Serena, como si de repente tuviera claras las cosas, sé qué hacer, he descubierto lo que quiero y de la manera que quiero que ocurran las cosas.
En este período de tiempo en el que me había dado cuenta de quien quiero tener a mi lado, de qué es lo que me gusta hacer (ya lo sabía pero no me lo reconocía a mi misma), todavía me quedaba cierta sensación de culpa o sentirme mal por estar hiriendo a alguien. Ahora no, por eso siento esa serenidad, que mas bien es un respiro hondo, un desahogo en realidad. Cuando comparas y te pones en situaciones diferentes es cuando compruebas cómo te sientes y es ahí cuando decides. Y no es porque nadie sea mejor o peor que nadie, solamente es elegir. Es idiota seguir por situaciones que no te hacen bien. Yo quiero que pasen las cosas como me gusta a mi y en mi mano está el elegir. Todas no serán como quiero, algunas a veces son hasta mejores, pero eso no importa, es ir probando y cuando una se acerca a tus planes te da un subidón de adrenalina muy bueno. Probar y aceptar que a veces pasa y a veces no pasa. Pues cuando no pase, vuelves otra vez y con más ganas, pues ahora sabes la sensación de cuando lo consigues.
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