Toda la curiosidad del mundo se le acumulaba en aquellos anteojos. Nunca le habían regalado nada tan mágico.

La emoción de su regalo se vio turbada por la noticia que acababa de oír, “una mujer había sido asesinada a manos de su marido”

Otra… pensó.

Todavía era pequeña, pero era consciente de su feminidad y no podía dejar de preguntarse qué le depararía el futuro.

Como si aquel alargado artilugio pudiera desvelarle algún secreto miró curiosa a través de él, y atónita comprobó que no podía despegarlo de su cara.

Parecían felices. Los hombres solían ir de caza en las mañanas, mientras las mujeres y los niños buscaban frutas y leña para las comidas. Algunas por su avanzado estado de gestación, se quedaban en la cueva preparando las pieles que les servían de abrigo. Y la chavalería se perdía por el bosque para buscar algo de pesca. Decían…

Todo parecía armónico hasta que la imagen comenzó a ennegrecerse ; Marta no quería ver más pero seguía sin poder despegar su cara del artilugio.

Comenzó a ponerse muy nerviosa y puso toda su energía en separarse del catalejo, hasta el sonido de una ventosa que se despega, le anunció que había conseguido su propósito.

Corrió presurosa a casa y tropezó con padre.

  • – Papá, ¿por qué hay machismo?.

El padre enrojeció; no supo si por vergüenza de género o porque aquella pregunta le pillaba desprevenido.

  • – Yo creo Marta, que cuando el hombre quiso adueñarse de un terreno para asegurarse el sustento, se apropió también de una mujer para asegurar la continuidad de la sangre… y a partir de ahí, el terreno doméstico fue el reino femenino.

A la niña le vinieron las imágenes del catalejo y volvió a salir corriendo. Demasiadas preguntas inundaban su cabeza. Ella no quería tener hijos, ni siquiera novio, y de mayor quería ser astronauta.

¿Qué tendría que hacer para conseguirlo?, ¿se lo permitirían?…

Siguió corriendo y tropezó con madre. Le hizo la misma pregunta que acababa de hacerle a su padre.

  • – Mamá, ¿por qué hay machismo?

La mujer no se mostró tan extrañada por la pregunta.

– Ayy hija, yo creo que es una cuestión biológica. Desde el momento en el que las mujeres tenemos la capacidad de concebir, recae en nosotras todo el trabajo de la crianza y de los cuidados, y no sólo de la descendencia, ¡ojo!, sino también el de la ascendencia. Yo me lo he preguntado muchas veces, hay muchas mujeres que somos críticas a este orden, pero parece que tiene que pasar mucho tiempo para que veamos cambios reales… ¡A lo mejor a tí te da tiempo! -y le guiñó un ojo.

Sonaba la radio y abrió el noticiario otra terrible noticia: habían violado entre cuatro hombres a una chica de tan solo dos años mayor que Marta.

Una ola de indignación y miedo le recorrió todo el cuerpo.

Entonces empezó a pensar que no podría salir sola y tendría que ir acompañada a todas partes, que tendría que tener mucho cuidado en qué decir y qué hacer…

¡Qué horror!

Se levantó y no pudo dejar de correr mirando asustada para todos lados; acabó en el colegio y entró en el aula de literatura, esa tarde había actividades extraescolares.

Tuvo suerte. Había más niñas que niños y se atrevió a hacer la pregunta:

  • – ¿Por qué se utiliza el masculino como genérico para referirse a ambos géneros?, podemos usar entonces también el femenino como génerico?

Se generó un debate acalorado que no tranquilizó ni esclareció los interrogantes de Marta.

Fue de nuevo corriendo hacia su casa y se encerró en su cuarto.

No podía parar de llorar.

Pensó en su vecino Andrés, lo simpático que era y lo mal que trataba a su compañera Loli; pensó en Susana, su amiga gordita que los chicos se reían de ella a pesar de que era la que mejor notas sacaba en la clase; pensó que siempre elegían niños para ser delegados; pensó en su madre que había dedicado su vida a cuidarla a ella, a su hermano y a su padre…

¡Ella no quería ser como su madre!

Se secó los ojos y vio el catalejo. Se lo acercó a la cara y otra vez se le pegó al rostro; hasta que no vio un arcoiris alumbrando a una mujer aferrada a la tierra, no pudo despegarse el artilugio de la cara.

Una enorme sonrisa afloró en su rostro y se sintió orgullosa de haber nacido mujer.

No dejaría nunca que nada ni nadie se interpusiera entre ella y sus sueños.

Y volvió a salir corriendo…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS